Rubalcaba ha acusado a Rajoy de gobernar con un «desprecio absoluto» y «rompiendo consensos fundamentales». Los socialistas creen tan poco en la libertad que nunca acaban de aceptar los resultados de las elecciones ni sus más elementales consecuencias; y están tan acostumbrados al sectarismo estalinista que consideran siempre un desprecio o una falta de educación que no se les tenga en cuenta, que no se les obedezca o que no se les dé la razón.
S.S. 2012 Copyright.
Después de haber destrozado España en general y las comunidades concretas donde han gobernado, después de haber arrasado las arcas y de haber agotado la esperanza de buena parte de los españoles, después de que el PP obtuviera la mayoría absoluta y de que el PSOE -con Rubalcaba de candidato- sufriera el peor descalabro electoral de su historia, todavía los socialistas se creen con derecho a alzar la voz y a dar lecciones de lo que se han cargado, a marcar pautas cuando todas sus pautas nos llevaron al naufragio y a reclamar consensos habiendo ellos practicado, mientras han gobernado, la política más mezquina de todos los tiempos y la que más ha tratado de demonizar a su adversario, siempre tratando de echarle del tablero de juego.
¿Qué más quieres, Alfredo? ¿Qué otro consejo tuyo crees que necesitamos? ¿Es que crees que no tuvimos suficiente con lo que hiciste cuando fuiste ministro de Felipe González? ¿Es que crees que todavía esperamos algo de ti después de haber sido el vicepresidente del peor gobierno de todos los tiempos? ¿Qué otro proyecto tienes para hundir España? ¿Qué otra receta tienes para arrasar lo poco que queda en pie en este país desolado?
Es básico que la derecha pierda sus complejos. Y no de un modo genital, ni con fanfarronería de barra de bar, sino con el aplomo y la serenidad que dan la inteligencia y la eficacia demostrada. La derecha española no sólo no tiene que intentar hacer creer a los ciudadanos que no es la derecha, o que es socialdemócrata -ya vimos en Andalucía el tremendo fracaso de tan penosa estrategia-, sino que tiene que reivindicar sus principios ideológicos, que son los que más avance y bienestar han aportado tanto a España como a los demás
países del mundo donde se han puesto en práctica.
La derecha no tiene nada que pactar ni que consensuar con el socialismo, que todo lo que ha tocado lo ha convertido en mediocre y en deficitario, que todas sus ideas se han demostrado equivocadas en tanto que cuando se han aplicado han causado miseria y dolor hasta extremos inenarrables. Sólo hay que ver el gélido vacío moral y el estrepitoso fracaso económico y social que Rubalcaba ha dejado cuando ha gobernado, tanto con Felipe como con Zapatero.
La libertad, el progreso, la creación de riqueza y la incorporación del mayor número de personas a la prosperidad son logros de la derecha y de la economía de mercado, a pesar de que son banderas que la izquierda le ha robado al conservadurismo y al liberalismo con su prodigiosa facilidad para la demagogia y para el engaño; y gracias también a la increíble torpeza con que la derecha vende su producto y explica lo que hace.
Rajoy y el PP tienen que dotarse de un relato articulado y convincente sin el cual su obra de gobierno va a quedar sepultada bajo toneladas de insultos, descalificaciones y propaganda. Pero antes tienen que convencerse ellos mismos de que no son el monstruo que la izquierda les acusa de ser: porque ahora mismo, sólo hace falta verles, son los primeros que se lo creen.
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