Acaba de cumplirse el 543 aniversario de la boda de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, que vienen a ser casi cinco siglos y medio de la existencia de la España actual, a la que sólo le faltaba Granada, conquistada 23 años después.
Por Manuel MOLARES DO VAL. Copyright.2012
Desde la boda de los que serían Reyes Católicos se han sucedido 22 generaciones de españoles en un país común, que incluye Cataluña, Galicia y País Vasco.
Sólo Francia tiene una historia tan larga. Italia o Alemania, por ejemplo, están unidas desde el siglo XIX, y Escocia entró en el Reino Unido en el XVIII.
Entre las generaciones 22 y 23 ha emergido una ola de independentismo en Cataluña propulsada por la propaganda secesionista, e inyectada en los medios informativos por los partidos nacionalistas y filonacionalistas, que lanzan al catalanismo más emotivo a un independentismo social y económicamente suicida.
Este momento de contagiosa falta de raciocinio corresponde a una situación de histeria, y no de Historia, de una parte de la población catalana decidida a tirarse el vacío.
Una conversión tan rápida y radical aparentemente masiva, que recuerda la de las sectas destructivas, sólo puede darse tras una campaña de propaganda que imite a Goebbels, quien con Hitler infectó de nazismo a los alemanes en solamente tres años.
Alemania, cuya unificación real se había producido en 1871, invadió Austria en 1938 obedeciendo la ambición de Hitler, la misma con la que los nacionalistas catalanes quieren conquistar los territorios cercanos, los inventados “Paisös Catalans”: siempre el temible expansionismo nacionalista-nazionalista.
Un imperialismo expresado ya en pequeños gestos colonialistas, como el de apoderarse de obras de arte religioso aragonesas y negarse a devolverlas, pese a las órdenes del Vaticano.
La Historia catalana está siendo sustituida, sí, por una romántica, emotiva, histeria catalana.
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