- Ellos podrían contarle al mundo si somos creíbles o no’, sostiene el director del equipo, Dave Brailsford, tratando de salir al paso
- ‘Creo que la vieja forma de pensar no nos va dar soluciones’, añade
El director del equipo Sky, Dave Brailsford, ha salido al paso de las sospechas de dopaje en torno a Chris Froome, tras su exhibición en el Tour durante la decimoquinta etapa del Tour de Francia en el Mont Ventoux, y se ha ofrecido a la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) para facilitarle «cualquier tipo de información» que deje clara su inocencia.
Por Agencias. Copyright.2013
Este domingo, Froome abandonó la rueda de prensa posterior a su triunfo en el Tour visiblemente enfadado por las insinuaciones de dopaje, después de marcar un tiempo en el Mont Ventoux casi calcado al récord histórico de Lance Armstrong, quien lo logró corriendo dopado.
«Dado lo que ha pasado con Armstrong y lo que ha pasado con el atletismo (por los positivos de Tyson Gay y Asafa Powell), creo que la vieja forma de pensar no nos va dar soluciones», lamentó Brailsford ante los periodistas durante la segunda jornada de descanso del Tour.
«Básicamente me estáis preguntando si puede probar que no corremos dopados. Todos hacéis la misma pregunta. Creo que podemos decirle a la AMA que vengan expertos para echar un vistazo a todo lo que tenemos. Podrían ver los datos de cada entrenamiento, los análisis de sangre, todo ese tipo de información. Ellos podrían contarle al mundo si somos creíbles o no. Esa sería mi mejor respuesta», señaló.
«ARMSTRONG ENGAÑO, YO NO»
El líder del Tour, Chris Froome, se mostró «dolido» un día después de su triunfo épico en la cima del Mont Ventoux, por las sospechas de dopaje que rodean sus actuaciones y las comparaciones conLance Armstrong, que considera desprovistas de sentido. «No tiene sentido compararme con Armstrong, él engañó, yo no. Y punto», dijo el ciclista durante la jornada de descanso que vive la ronda gala, ante la acumulación de dudas que le plantearon los periodistas. Tal fue el enfado del ciclista del Sky, que se marchó furioso de la rueda de prensa.
La exhibición del británico nacido en Kenia en la cumbre del «monte pelado», su pedaleo «en molinillo», como repitió Armstrong durante sus siete triunfos en el Tour de Francia, antes de haber confesado que se dopaba, multiplican las sospechas entorno al maillot amarillo, pese a que nunca ha sido controlado positivo.
«Me parece triste estar aquí al día siguiente de la victoria más importante de mi carrera hablando de dopaje. Mis compañeros y yo hemos estado semanas lejos de casa, entrenando, matándonos a trabajar y me acusan de ser un tramposo, un embustero. No es gracioso», agregó el ciclista del Sky.
Froome afirmó estar «orgulloso» de su rendimiento que es «el fruto de la determinación, de un entrenamiento extremadamente duro, del apoyo de un equipo fantástico». «La gente que piense lo que quiera y que hable de lo que quiera», añadió, visiblemente molesto.
Las sospechas de dopaje se han apoderado de la concentración del equipo Sky y fagocitaron la conferencia de prensa del ciclista en la jornada de reposo. Se habló más de sus semejanzas con Armstrong que de su rendimiento en la bicicleta y de las más que posibles opciones que tiene de convertirse en el segundo británico en ganar el Tour, después de que lo hiciera el año pasado Bradley Wiggins.
El manager del equipo, Dave Braildsford, también se mostró enfadado con esas sospechas.
El responsable de la formación trató de «pseudo-científicos» a los que, a partir del seguimiento de las carreras a través de la televisión, se creen capaces de calificar las proezas de los ciclistas de «mutantes», en referencia clara al médico suizo Antoine Vayer, que mide el rendimiento en vatios de los ascensos y concluye que son imposibles sin ayuda de dopantes.
Braildsford se negó a publicar los datos de potencia de sus ciclistas porque forman parte del secreto interno del equipo y porque «nadie sabría analizarlos» y se podrían «manipular para que demostraran cosas que no son ciertas». En cambio, el director del Sky se mostró partidario de entregar las cifras de toda la temporada y de todo el equipo a un grupo de expertos de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) para demostrar que no tienen nada de sobrehumanos.
Froome se impuso en la cima del Mont Ventoux y agrandó su ventaja en la clasificación general, que ahora es de 4.14 con el holandés Bauke Mollema (Belkin) y de 4.25 con el español Alberto Contador (Saxo), ganador de las ediciones de 2007 y 2009.
LA SOMBRA DE ARMSTRONG
Esa ambición inagotable de Chris Froome, escalando el Mont Ventoux, con el gesto cargado de rabia y exprimiendo al máximo sus piernas para mover el molinillo a velocidad asombrosa, recuerda, inexorablemente, al diabólicoLance Armstrong. Durante un instante, el zancudo corredor de Nairobi asumió la réplica del rudo texano.
Los estilos son antagónicos, pero los modales y los mecanismo de respuesta son parecidos. El desgarbado líder del Sky acelera sin mirar atrás, sin apenas levantarse del sillín y pedaleando con una potencia descomunal. Un despliegue de vatios que asombra a espectadores y técnios. Una bestialidad.
El keniata entra en cólera cuando le comparan con el estadounidense. Un enfado lógico y comprensible, porque todos reniegan del que fuera icono mundial del ciclismo y ejemplo de superación ante la enfermedad. Para siempre, Armstrong quedará asociado a las trampas, al uso de productos prohibidos. Froome presume de abanderar el ciclismo limpio, ese que desprecia el dopaje, el que basa su rendimiento en una preparación física inmaculada y exigente. El que recurre a las últimas tecnologías y avances científicos para mejorar el rendimiento (pulsómetros, geles antibacterias, purificadores de aire, etcétera). Si le asemejan con Armstrong salta como un resorte, porque eso supone el mayor insulto. Un desprecio.
En este descreído ciclismo, siempre que aparece algo extraordinario -como las exhibiciones de Froome en el presente Tour- se disparan todas lassospechas. Ya son tantas las decepciones, que nadie confía en nadie. Son tantos los golpes, que la piel se ha vuelto insensible. El líder del Tour es una víctima de la desconfianza. Cuando más grande es la gesta, más elevado es nivel de escepticismo.
Froome insiste en su honestidad. Afirma que lo su suyo no responde al engaño y que está dispuesto a poner todas sus analíticas y métodos de entrenamiento al servicio de la Agencia Mundial Antidopaje. Armstrong también insistió en su inocencia y colaboró con la Unión Ciclista Internacional, pero luego fue delatado por sus compañeros.
Nairo Quintana apunta que nunca ha visto subir a nadie como lo hizo Froome en el Mont Ventoux, que sus relevos eran tan potentes que le dejaba descolocado. Alberto Contador no duda el británico: «Froome es un profesional, lleva todo el año a un gran nivel, sus resultados son fruto de su trabajo. Está a un gran nivel, lo hace de forma totalmente limpia, y además para eso están los controles».
Sin embargo, numerosos periodistas y expertos en preparación física albergan elevadas sospechas. Entre los que consideran que existen argumentos para desconfiar se encuentra el científico deportivoAntoine Vayer, quien ha asegurado que, a juzgar por los datos del rendimiento medidos por él mismo en la primera llegada a meta de montaña, en Ax-3-Domaine, «Froome no es humano». Vayer fue de los primeros en dudar de la honradez de Armstrong.
La sombra del americano persigue al primer africano que se vistió de amarillo en el Tour, que ahora busca su triunfo absoluto en la Grande Boucle. Suma 28 años, la misma edad en la que el texano comenzó a imponer su hegemonía en la ronda francesa, aunque ese dominio ya ha quedado borrado de la historia. Maldito dopaje.
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