- El corredor catalán Kilian Jornet fue rescatado recientemente
- Ueli Steck escaló el Eiger, la pared más difícil de los Alpes
Por Alfredo MERINO. Copyright.2013
Kilian Jornet ha conseguido con sus últimas realizaciones algo tan difícil como que el mundo alpino y la opinión pública general coincidan en algo. Acostumbrado el alpinismo a ser un incomprendido para la segunda y ésta a mostrarse por lo general incapaz de vislumbrar las complejas motivaciones que mueven a los alpinistas, la absoluta mayoría de las noticias de deportes de montaña que trascienden a la sociedad son las que llegan a bordo de la tragedia. Si hay muertes la noticia es segura, si solo hay cumbre no, asegura un aforismo admitido entre la gente del monte. Pues bien, las hazañas protagonizadas por el atleta catalán de 27 años ha logrado despertar el mismo sentimiento en dos mundos tan separados: la estupefacción más absoluta.
La cumbre del Mont Blanc desde Chamonix y regreso al punto de partida en 4 horas y 57 minutos, Cervinia-cumbre del Matterhorn-Cervinia en dos horas y 52 minutos… sus horarios de esprinter en un mundo donde todo discurre a cámara lenta no parecen reales. Y esto es especialmente admitido por quienes saben bien lo que significan esas rutas y ascensiones. La admiración por sus récords trasciende todos los ámbitos y hace tiempo que el de Sabadell terminó con los calificativos. Sin embargo, con su última escalada, Kilian ha rozado el larguero.
“Rescatado en basquets de la norte de la Aiguille de Midi”. El titular del Dhauphiné Liberé, periódico de entidad nacional en Francia, no deja lugar a las dudas, equiparando la última salida del campeón español a la incierta aventura de un dominguero sin experiencia, que se mete en un fregado y tiene que ser socorrido por los profesionales, algo que en el caso que nos ocupa no es rigurosamente cierto.
Sucedió el pasado 8 de septiembre, cuando Jornet tuvo que ser rescatado por el Pelotón de la Gendarmería de Alta Montaña de Chamonix, PGHM, de la pared norte de la Aiguille de Midi. El catalán había emprendido la escalada del espolón Frendo, ruta de hielo y roca de dificultad medio-baja de 1.200 metros que termina en la cumbre de dicha aguja, a 3.842 metros, junto con la corredora sueca Emelie Forsberg y, según las noticias llegadas de Francia, subían sin el equipo de alpinismo que exige dicha escalada.
Ascendieron sin problemas hasta la parte final de la ruta, que recorre una afilada arista de hielo. Al carecer de equipación específica, derivaron a una pared de roca donde quedaron atrapados teniendo que ser rescatados, siempre según las citadas fuentes. Ya de regreso, admitieron su error de no llevar ropa de abrigo, subieron en mallas y zapatillas de correr, aunque por su altura, orientación y compromiso esta pared exige ropa de alpinismo.
El pernicioso efecto llamada
El rescate ha desatado las críticas de quienes se oponen a esta manera de afrontar rutas alpinas. Especialmente duro ha sido el concejal de Chamonix, guía profesional y adjunto en los cuerpos de seguridad de montaña, Jean-Louis Verdier, quien parece haberse hartado de las ascensiones del corredor catalán, a quien condenó con rotundidad. “La montaña se hace con el equipo adecuado. El menor error es la muerte”, señaló al tiempo que admitía que “cada uno tiene derecho a exponerse cuanto quiera, pero no se puede hacer cualquier cosa, sobre todo si hace mal tiempo” señaló, expresando su preocupación por el efecto llamada que pueden tener las ascensiones de Kilian entre “neófitos y gente mal preparada para conquistar la cima”.
Kilian en la cima del Cervino
No debe pasarse por alto el papel inspirador de los grandes deportistas como nuestro insuperable corredor de trial. En este sentido, su responsabilidad se prolonga más allá del acto deportivo. Salir por la noche, mantener una vida derrochadora o, simplemente, excederse en la comida, son actitudes muy criticadas cuando las llevan a cabo futbolistas, por ejemplo, debido al efecto negativo que provocan en sus seguidores. Llevado al severo terreno de las montañas, un mal ejemplo es mucho más grave pues no se traduce en una borrachera o en llegar tarde al curro al día siguiente, sino en un accidente y, normalmente, en la muerte.
No es Verdier el primero que se despacha a gusto contra Jornet, repetidas veces acusado de insensato así como de absurdos sus récords. Algo habitual, por otra parte, cada vez que un deportista lleva los límites más allá de donde se encontraban cuando llegó. La sombra del dopaje en la mayoría de los deportes, el descrédito personal en aquellos tan difícilmente medibles y controlables como los que se desarrollan en las montañas. Nadie puede poner en duda de que Kilian Jornet es uno de los mejores deportistas que hay actualmente en el mundo. En su especialidad es el número 1 como atestiguan no solo sus récords, sino sus innumerables títulos, el respeto que merece ante sus rivales y el reconocimiento universal de sus hazañas. Esto es lo primero que debe quedar claro.
La manera en que afronta algunas de ellas no lo es tanto. Por mucha capacidad física y técnica que se le presuponga, no es normal emprender una ascensión del compromiso de la Innominata al Mont Blanc con la equipación que llevó Kilian, antes de corredor de ultratriall que de alpinista. La arista exige entre dos y tres noches a cualquier cordada entrenada y está expuesta a nieves cambiantes y abundantes caídas de piedras. Él la recorrió en 8 horas y 42 minutos.
Meses después y casi al mismo tiempo que Jornet emprendía su cuestionada ascensión del Frendo, el suizo Ueli Steck, realizaba una escalada memorable en el Mont Blanc. En lo que algunos quieren ver una respuesta al recorrido del catalán, recorrió en solitario la vecina arista de Peuterey. También la hizo en solitario y batió el horario más rápido por mucho. Sin embargo, su escalada nada tiene que ver con las del catalán.
Alpinismo en toda regla
El que está considerado mejor alpinista de la actualidad, recorrió los 5.500 metros de desnivel de la arista más larga de los Alpes en 16 horas, cruzando el Mont Blanc de valle a valle, igual que Jornet. Aunque su método fue diferente. Mucho más difícil técnicamente que la Innominata, la Maquina Suiza, así se le conoce, acarreó una larga lista de material de escalada, donde no faltaron tres clases de calzado, el primero para alcanzar el inicio de la pared, unos pies de gato para la escalada en roca y unas botas de alpinismo para la parte final de hielo y nieve.
Ueli Steck en la arista de Peuterey
Por muy profano que uno sea en el atletismo, nadie confunde los cien metros lisos con los tres mil metros obstáculos, a pesar de que ambas modalidades suceden en el mismo sitio: un estadio de atletismo y en esencia consisten en la misma cosa: correr. Con lo que hacen Kilian y Ueli sucede igual. Aunque se desarrollan en el mismo escenario: las montañas, y su fin en apariencia es el mismo: alcanzar una cumbre o realizar una ruta, aquí acaban las coincidencias. El deporte de uno tiene como objetivo principal el tiempo; igual que cualquier otra carrera, se trata de tardar lo menos posible. El objetivo del otro tiene más que ver con el escenario, recorrer una ruta y hacerlo de una manera determinada, lo más ético posible. Aunque los dos vuelen, sus métodos, las maneras de afrontar la actividad, el grado de compromiso, el conocimiento del medio y la resolución de sus desafíos son diametralmente opuestos. La conclusión es evidente: los deportes que practican Jornet y Steck son diferentes.
No menos cierto es que ambas disciplinas se influencian y benefician entre sí y que muchas veces están separadas por una línea muy tenue. También es lógico que un corredor de trial practique alpinismo y viceversa, pero hay que tener claro qué es lo que se va a hacer y dónde. No hacerlo así, tarde o temprano trae problemas. Se ha visto en la Aiguille de Midi, donde Jornet y su amiga han sido acusados de comprometer la integridad de sus rescatadores al emprender una escalada sin lo necesario. El Frendo ha demostrado a Kilian lo que tal vez ya sabe, que es un gran corredor de trail pero, de momento, solo un alpinista aficionado.
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