Vía libre para el asesino de Alcàsser

Por Rodrigo TERRASA.

El 5 de septiembre del año 1997, tras 49 vistas judiciales y la comparecencia de un centenar de testigos, Miguel Ricart fue condenado a 170 años de prisión como autor de tres delitos de asesinato y cuatro delitos continuados de violación en concurso con tres delitos de rapto.

Fue el único condenado por el llamado caso Alcàsser, el asesinato de tres niñas, Miriam, Toñi y Desirée, que conmocionó a todo el país hace dos décadas. El principal sospechoso, Antonio Anglés, desapareció tras el crimen y nunca más se supo de él.

Durante el juicio, el tribunal consideró que aunque Antonio Anglés fue el autor material de los crímenes, Ricart estuvo presente y no hizo nada por evitarlos. Además, se le encontró culpable de cuatro delitos de violación por atacar sexualmente a una de las niñas y sujetar a las víctimas mientras Anglés las forzaba.

Ricart fue juzgado y condenado por la Audiencia de Valencia aplicando el Código Penal de 1973, que recogía, entre otras medidas, un día de descuento de condena para el preso por cada dos de trabajo. Tenía entonces 28 años.

Según este sistema de cómputo, el asesino de Alcàsser habría cumplido su pena en mayo de 2011, pero la asociación Clara Campoamor, que representaba la acción popular, interpuso un recurso respaldado por el Ministerio Fiscal para que se aplicara la ‘doctrina Parot’ contra él.

El Supremo confirmó su aplicación y el preso retrasó entonces su salida de la cárcel hasta enero de 2023.

Desde que fue encarcelado, Ricart ha tratado en numerosas ocasiones de obtener algún permiso para abandonar la prisión. Ha pasado por las cárceles de Picassent, Castellón, Herrera de la Mancha, A Lama o Zuera, en Zaragoza. En 2001, cuando cumplía ya ocho años de cárcel con un historial impecable entre rejas, su defensa solicitó el disfrute de 32 permisos de salida al año. Se dijo entonces que continuaría preso por la «alarma social» que generaría su libertad.

Dos años después, el Juzgado de Vigilancia de Castilla-La Mancha concedió el segundo grado penitenciario a Miguel Ricart, pero la Audiencia de Valencia lo volvió a tumbar. «Ricart sufre una grave alteración de su personalidad violenta, agresiva y antisocial», decía la Audiencia. «El claro pronóstico de reincidencia hace patente el riesgo que supone para la sociedad una inadecuada progresión de grado penitenciario».

Desde entonces poco más se ha sabido del asesino de Alcàsser. El pasado mes de noviembre se cumplieron 20 años del crimen y se especuló con la posibilidad de que los delitos atribuidos a Antonio Anglés hubieran prescrito. De Ricart casi nadie hablaba ya.

La decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) detumbar la llamada ‘doctrina Parot’, una decisión que beneficiará a decenas de presos etarras, puede abrir las puertas de la cárcel a otros muchos presos peligrosos o condenados por graves delitos, entre ellos Miguel Ricart.

«Al margen de consideraciones jurídicas, el fallo de Estrasburo es demoledor«, admitió este mismo lunes el abogado Juan Segura, representante legal de Rosa Folch, madre de Desireé, una de las tres niñas asesinadas en el crimen de Alcàsser.

La Asociación Clara Campoamor ya ha advertido que utilizará «cualquier resquicio» para evitar la salida de prisión de Miguel Ricart.

Luisa Ramón es la abogada de la asociación: «Ricart no ha mostrado el mínimo ápice de arrepentimiento ni de reconocimiento de los hechos y no saldrá mañana a la calle».

«Esto lleva un trámite, no es una sentencia de un tribunal español por lo que se tiene que trasladar al sistema judicial de España y aplicar en los términos que marque Europa», ha explicado.

Miguel Ricart tiene ahora 44 años.

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