EN MITAD de una gran expectación nacional e internacional -396 periodistas acreditados de todas las partes del mundo lo atestiguan-, la Infanta Cristina declaró ayer durante más de seis horas ante el juez Castro por delito fiscal y de blanqueo de dinero. El interés que despertó esta comparecencia está plenamente justificado, ya que no existen precedentes de que un miembro de la Casa Real se vea obligado a rendir cuentas en un juzgado. Aunque una de las frases más repetidas en torno al caso Nóos es que la Justicia es igual para todos -la dijo incluso el Rey en un discurso de Nochebuena-, lo cierto es que su declaración estuvo rodeada de circunstancias extraordinarias.
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