EL LOBO FEROZ. Señora alcaldesa…

  • FERNANDO SÁNCHEZ DRAGÓ

dragoEn septiembre de 1936 un miserable que se llamaba Juan Pujol, a la sazón jefe de Prensa y Propaganda de la Junta de Defensa de Burgos y con posterioridad cacique periodístico del régimen franquista, denunció por ‘rojo’ a mi padre,Fernando Sánchez Monreal, director de la Agencia Febus y miembro del partido Republicano Conservador de Miguel Maura. De resultas de esa calumnia, orquestada a través de un tribunal castrense que decretó la puesta en libertad del reo, mi padre fue ‘paseado’ al salir de la cárcel por un grupo de sedicentes falangistas que lo esperaba en la puerta. Yo no alcancé a conocerlo. Esa orfandad marcó mi vida. Reconstruí la historia del crimen en mi novela ‘Muertes paralelas’, que se publicó en 2006, y fue en el curso de la larga investigación volcada en ella cuando descubrí la identidad del delator, que todos, en mi familia, desconocíamos.

Una tarde, a poco de salir el libro, me topé con su nombre en la esquina de una plaza sita a tres manzanas de mi domicilio, me quedé de un aire y decidí tomarme la justicia por mi mano. Encargué en la ferretería una placa del callejero con el nombre de mi padre, arranqué la que rendía homenaje al felón, coloqué en su lugar la otra y avisé a la policía para que me detuviera.

Vino, en efecto, una patrulla y porfié con los agentes, pero fue en vano.

-¡Venga, Dragó! -me dijeron-. No vamos a detenerle por tan poca cosa. Pondremos que lo han hecho unos desconocidos.

Y se fueron.

Al día siguiente la placa de Fernando Sánchez Monreal había desaparecido y en su lugar campeaba otra vez la de Juan Pujol.

Escribí una carta a Ruiz-Gallardón, alcalde de la ciudad, le conté lo sucedido y le pedí, por parecerme de justicia, que cambiase el nombre de la plaza y pusiera el de mi padre.

Dos días después recibí respuesta ológrafa, que conservo, en la que el alcalde se comprometía a plantear la cuestión en el siguiente pleno del Ayuntamiento. No lo hizo.

Señora Carmena: esto es una instancia. Le ruego que por tal la tenga. Sé que ha decidido desposeer de la titularidad de la plaza al hideputa que denunció a mi padre por maldad, envidia y afán de trepa. Sería un hermoso gesto de reparación poner su nombre en la esquina de esa plaza.

Si atiende mi súplica, que la justicia, la memoria y mi gratitud se lo paguen. Dios guarde a usted muchos años.

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