Mientras los demás partidos y sus correspondientes líderes tocaban la lira desde el 20-D, los dirigentes de Podemos preparaban su asalto no del cielo, sino de la iniciativa política. Todo el mundo distraído jugando al pactómetro, especulando sobre la investidura, hablando de la crisis interna del PSOE, de la portentosa serenidad de Rajoy, de la presión de los nuevos poderes fácticos… y llega Pablo Iglesias ofreciendo un Gobierno. ¿No decís que los partidos deben dialogar porque así lo han decidido los ciudadanos en las urnas? ¿No queríais un Gobierno para que no haya nuevas elecciones? Pues ahí lo tenéis. Presidente, Pedro Sánchez. Vicepresidente único, Pablo Iglesias. Ahí lo tienes, Pedro, báilalo.
El golpe de efecto de Podemos, escenificado primero con «lealtad institucional» hacia el Rey -grandes elogios hacia la personalidad de Felipe VI– y los ciervos de La Zarzuela, y después en el Congreso, presentándose con todo su equipo ante los asombrados periodistas, viene a confirmar que los profesores de la Complutense siguen siendo los actores protagonistas del espectáculo de la nueva política.
Pedro Sánchez, muy contento porque Rajoy va a fracasar en su investidura, tiene trabajo. Él, tan cauto a la hora de proponer un Gobierno de izquierdas que hasta se tuvo que ir a Portugal para hablar del tema abiertamente, ha sido desbordado por quienes sí tienen una estrategia. Desde el día que nacieron. Aquí no cabe la sorpresa. No estamos ante bárbaros antisistema, sino ante políticos que piensan en política y quieren hacer política.
¿Qué pasará ahora en el PSOE? Los contrarios al pacto de Gobierno con Podemos han avisado estos días a Pedro Sánchez de forma indirecta. El último aviso, el editorial del diario El País de hoy mismo. «Rajoy no puede, Pedro no debe». ¿Qué harán los barones de la Orden del Fénix? ¿Fijará posición Susana? ¿Saldrá Felipe González con la espada flamígera para ahuyentar a los populistas bolivarianos de las proximidades del PSOE? Es difícil resistirse a la tentación de ser presidente, sobre todo si estás en la situación de Pedro Sánchez. Así que si sus críticos no salen del armario de los avisos indirectos a través de terceros y le plantan cara en directo, hay muchas posibilidades de que Pedro sea presidente y Pablo vicepresidente. Y que sea lo que Dios quiera.
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