Supermujeres en el Sáhara

  • ALFONS RODRÍGUEZ

2El 27 de febrero de 1976 el Frente Polisario proclamaba la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Meses antes, España había abandonado esta zona, el Sáhara Occidental, su última colonia en el mundo. Un territorio inestable que para nuestro país se había convertido en una patata caliente: ambicionado desde antiguo tanto por Mauritania como por Marruecos, las tensiones diplomáticas se agravaron durante los últimos días del franquismo, momento en que se produjo la Marcha Verde que llevó a miles de civiles marroquíes a adentrarse, supuestamente de forma pacífica, en el entonces suelo español. Apenas 10 días después de aquella movilización España cedía el Sáhara y este se sumía en un periodo de guerra por conseguir la soberanía, con Mauritania y Marruecos enfrentados a los saharauis del Frente Polisario, apoyado a su vez por Argelia. En 1991 se firmó el alto el fuego, con la promesa de un referéndum de autodeterminación que nunca llegó, pese a que el tema ha sido tratado a menudo en el seno de la ONU. Hoy, la situación continúa siendo precaria para el medio millón de habitantes de este desierto con vistas al mar, que se mantiene en la indefinición: según datos del Parlamento Europeo, solo 54 países han reconocido oficialmente al RASD y unos 200.000 saharauis siguen viviendo en los frágiles campamentos levantados en tierras argelinas, donde crearon el primer Estado en el exilio del mundo. Al sur, en los denominados Territorios Liberados, al este de los campos minados y del grueso muro levantado por Marruecos, se encuentran asentamientos nómadas y poblaciones estables como Tifariti, que se convertiría en la capital en caso de que Naciones Unidas otorgara el reconocimiento oficial.

En medio de este panorama, las mujeres han adquirido una influencia en la sociedad muy superior a la de cualquier otro país de la zona. Gracias a una constitución progresista, están presentes en todas las áreas, incluida la política, que desarrollan mientras cuidan de sus casas y familias, en el seno de una cultura en la que muchos roles tradicionales se mantienen intactos. Seis de ellas posan y hablan para Yo Dona.

Agente de policía: Marien Mohamed Louika

Miembro del Cuerpo Nacional de Policía, desempeña su labor en la comisaría de Smara, donde otras 47 mujeres trabajan en ámbitos tan diversos como el tráfico, la seguridad ciudadana o la policía judicial. «Es complicado ser madre, esposa y trabajar en esto al mismo tiempo, aunque no creo que resulte muy diferente en cualquier otro país del mundo», explica. Hace ya 25 años que las mujeres se integraron en las fuerzas del orden saharauis.

Maquilladora: Nagiba Mohamed

Su vida es un ir y venir entre Andalucía y Rabuni, la capital administrativa de los campamentos saharauis, en pleno desierto argelino. Aquí trabaja para la televisión de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) como maquilladora. «En España hay más oportunidades en todos los ámbitos, pero no reniego de mi origen y de mi pueblo. Eso jamás», afirma con orgullo.

Vicepresidenta del parlamento panafricano: Suelma Beiruk

Es el paradigma de la luchadora saharaui. Pero Beiruk, desde el órgano de Gobierno de la Unión Africana (compuesta por 54 estados), lo explica con sencillez: «Durante la guerra casi todos los hombres estuvieron en primera línea de fuego en el desierto. Eso hizo que las mujeres tuvieran que hacerse cargo de casi todo, no solo para sacar adelante sus hogares, también en el ámbito social y cultural. La experiencia acumulada ha convertido a las saharauis en imprescindibles».

Parlamentaria: Maima Salima Ahmed

Tiene 42 años y se formó como ingeniera industrial en Alemania. Integrada en la Comisión Económica del Gobierno y en la de Derechos Humanos, supervisa además cinco ministerios: «Cada día me levanto a las cinco de la mañana para realizar tareas domésticas y atender a mis dos hijos de tres y cuatro años cuando se despiertan», explica. Y añade: «Gracias a mi madre puedo llevar a cabo mi labor en el Gobierno, que es un trabajo agotador», añade.

Ministra de empleo y funciones públicas: Jira Boulagi Bad

Con 47 años, dirige un ministerio desde el campamento de Bojador (uno de los cinco enclaves de refugiados que existen en territorio argelino). Según ella, el acceso de las saharauis a las instituciones representa el logro de toda una sociedad: «No basta con que la mujer sea consciente de sus capacidades, el hombre debe tener pleno convencimiento de esta realidad. Aquí siempre ha sido así».

Periodista: Jodeg Abdlgalil

Es uno de los nueve periodistas radiofónicos de la emisora estatal, Radio Nacional de la RASD. Tiene 32 años y se encarga del bloque de noticias de las 21.00 h que se emite en directo tanto para los denominados Territorios Liberados (donde se asienta el RASD) como para los campamentos, situados en Argelia. «La radio y la televisión son armas muy potentes para defender nuestra causa», asegura la comunicadora.

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