¿Podrá Pablo Iglesias aprovecharse de la extrema debilidad de Pedro Sánchez para satisfacer su inteligente voracidad de poder? El líder podemita piensa que el socialista, si no consigue encaramarse en la poltrona de Moncloa, no tiene otra alternativa que el sofá de su casa. Y está apretando las tuercas hasta el límite, seguramente para terminar cediendo… pero lo menos posible.
Pretende Iglesias que varios de los instrumentos claves del Gobierno dependan de su vicepresidencia, facilitando la manipulación al modo chavista: RTVE, Centro Nacional de Inteligencia, Centro de Investigaciones Sociológicas, BOE, comisión de subsecretarios y relación del Gobierno con las Cortes. Y, además, una secretaría de Estado que articulará una policía política al estilo de Cuba o Venezuela, en la mejor tradición leninista. Los servicios de inteligencia estadounidenses, que mantienen una relación profunda y constructiva con el CNI, habrán levantado las orejas de la primera potencia del mundo que mantiene en España dos bases militares fundamentales para la estrategia del Pentágono, cuestionadas ahora por Iglesias.
El resto de las medidas de Podemos son las propias del comunismo del siglo XXIy producirían en poco tiempo la miseria en España y el caos económico, paliado solo en parte por la oposición de Europa, que hará lógicamente con Iglesias lo que ha hecho con Tsipras en Grecia. Lo más significativo del Frente Popular, que llama a la puerta, no es el alarmante programa anunciado por Podemos. Sánchez es un político menor, de cortos alcances y larga ambición. Iglesias ha demostrado una extraordinaria inteligencia y una simpatía personal que arrolla a cuantos le conocen. Se comerá crudo al líder socialista. Lo escabechará a las finas hierbas en cada Consejo de Ministros. La vicepresidencia de Iglesias, tal y como está concebida, desplazará de hecho a la presidencia del Gobierno. En muy poco tiempo quedará claro que el verdadero poder ejecutivo radica en el líder de Podemos, el cual proyecta una intervención periódica en TVE al estilo de Chávez en Venezuela.
Barones socialistas muy cualificados consideran, no sin razón, que la eventual alianza de Sánchez con Iglesias significará la fagocitación del PSOE por Podemos y la jibarización del centenario partido que engrandeció Felipe González. Pedro Sánchez sabe que los barones socialistas tienen razón, pero antes de emprender el camino hacia su casa hará todas las concesiones posibles para que Podemos le abra los portones del palacio de la Moncloa, salvo que en el PSOE le den una salida digna como candidato a las nuevas elecciones, lo que, por cierto, se está estudiando. Ante la ínsula Barataria, Sancho le dijo a Don Quijote: «Yo imagino que es bueno mandar, aunque sea a un hato de ganado».
Que Sánchez pueda aliarse con Iglesias no parece fácil porque a los límites internos del PSOE, a la presión de poderosas instancias internacionales, a las denuncias del PP y Ciudadanos, puede añadirse la jugada subterránea del líder podemita, que tal vez lo que pretende es forzar unas nuevas elecciones en las que la alianza Podemos-IU desplazaría al PSOE a un tercer lugar de la vida política española. Como más vale ministerio en mano que ciento volando, son muchos los podemitas que harán lo posible para que el partido no renuncie al pesebre actual.
Luis María Anson, de la Real Academia Española.
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