Desahucio en La Moncloa

  • RAÚL DEL POZOraul-del-pozo

Como dice el clásico de la razón de Estado, todos están dispuestos a vender su alma; y si se les escapa alguna verdad, es difícil reconocerla entre tantas mentiras.

Pero todos coinciden en querer hacer un desahucio en La Moncloa y que se pireMariano Rajoy. Fuentes cercanas al Gobierno contestan: «Mariano Rajoy defenderá su victoria hasta el final. Si no pudieron echar a Rajoy cuando el Congreso de Valencia, menos lo van a lograr ahora, después de haber ganado las elecciones por siete puntos. Los militantes del PP no son tontos. Ni Albert Rivera ni Pablo Iglesias tienen detrás de sí una organización tan sólida y potente como el PP».

Están mosca, como su ministro de los picos y los chapas, ante el hecho de que los jueces, los policías y hasta los periodistas saquen los casos de trinque y cohecho en días estratégicos o de incertidumbre en la formación de Gobierno. Sospechan que los jueces y la Policía dilatan las operaciones judiciales, y eso que desde palacio no saben que la realidad es peor de lo que imaginan. «El otro día íbamos a Murcia, nos paramos a tomar un café y dije: ‘Verás como detienen hoy a alguien aquí’. Y se llevaron a los concejales del PP en un ayuntamiento». Eso se dice en La Moncloa, pero en Génova ya hay quien teme que Mariano Rajoy sea arrastrado por la riada de las cloacas.

«En los asuntos humanos hay un flujo que lleva a la fortuna si aprovechas la pleamar», dice Bruto en ‘Julio César’. El PP abandonó la pleamar y bordea el declive, tropieza con escollos y miserias. El PSOE les acusa de saqueo, financiación ilegal, pagos en negro, cajas B, enriquecimiento personal. Está claro que Pedro Sánchez no quiere pactar con ellos, aunque esté más cerca de Ciudadanos que de Podemos. Podemos dice: o un Gobierno de siempre, de la corrupción, o un Gobierno con nosotros, de igual a igual, con Pedro Sánchez por el interés de España.

Ya nadie quiere elecciones. Sería escapar del trueno para ir al relámpago y temen al hastío de la ciudadanía. Se han enredado en una aritmética endiablada, en la malasombra de los cordones sanitarios. Todos son titubeos y estrategias verbales, reuniones y fotos.

Hablo con una dama que puede ser ministra si hay un Gobierno de izquierdas y me cuenta: «Los partidos están encastillados, pero tendrán que ceder. Si no es el 5 de marzo, será más tarde. Hay dos meses. Habrá Gobierno y puede haber pactos; tendremos que dar algún ministerio a Podemos, pero eso de darles la Vicepresidencia es de locos, estaríamos locos todos».

Los partidos se muestran altivos, sin atender a razones. En el PP apoyan a Rajoy, entre otras razones porque si no quiere irse voluntariamente, no hay cauces para echarlo. Él no parece dispuesto a decretar su propio martirio. Todo lo ganaron y todo lo están perdiendo. Los militantes están hasta los cojones, pero nadie puso ayer en el Comité Ejecutivo la bolsa de cuero de Damborenea encima de la mesa (según Camilo José Cela, «cojón» es derivado del griego ‘koléos’: estuche, funda).

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