La Junta de Andalucía defiende la polémica restauración de la torre de Villamartín
La Torre de Matrera es el único vestigio que queda en pie del Castillo de Matrera, una fortificación musulmana que data del siglo IX y que se alza sobre el Cerro de Pajarete, en Villamartín (Cádiz). El perfil de la que también denominada Torre de Pajarete se divisa a lo lejos, por lo que la edificación tiene un importante impacto paisajístico e histórico sobre el lugar. Catalogada como BIC por la Junta de Andalucía en 1985, se encuentra enclavada en una finca privada, y su propietario, Juan García Doblas, ha acometido y sufragado las obras «sin ayudas, y con una inversión importante», como él mismo matiza, dentro de un proyecto que, entre investigación, redacción y ejecución, ha durado cinco años: desde 2011 a 2016.
Una vez terminado, la Asociación ‘Hispania Nostra’ criticó en su web el resultado «quedesvirtúa el aspecto histórico y paisajístico del enclave«, calificó la actuación de «desastre» y abundó en que «no tiene nada que ver con lo que pasó con el Ecce Homo de Borja, porque eso lo hizo una feligresa por su cuenta: aquí se ha hecho contando con todos los permisos», explica Carlos Morenés, vicepresidente de la entidad. Sin embargo, los medios sí la han comparado, para hablar de la Torre de Matrera, con el Ecce Homo de Borja, aquel cuya restauración improvisó Cecilia Giménez en 2012 y que suscitó críticas a nivel internacional. Las mismas que en estos días le llueven a la Torre de Matrera, a la que siempre es posible acceder, ya que su visita forma parte de rutas de senderismo por la Sierra de Cádiz. Desde el Ayuntamiento de Villamartín aseguran que el paso siempre está abierto y que no hay impedimentos para acceder, pero en estos días su propietario, Juan García Doblas, ha prohibido el acceso.
Medios como el New York Times, el Daily Mail, The Guardian, el Mirror, la CNN, y Il Corriere de la Sera, entre otros, se han hecho eco del resultado de la restauración, aunque el arquitecto Carlos Quevedo matiza que las obras han sido de consolidación y no de restauración. El Ayuntamiento de Villamartín venía alertando reiteradamente a la Junta de Andalucía sobre el estado de la torre, por lo que ésta envió requerimientos al propietario para que actuase y frenase su deterioro. Finalmente, el proyecto arrancó en 2011, pero hace tres años se derrumbó los muros norte y dos de las bóvedas, quedando solo los muros sur y oeste en pie, por lo que hubo que modificar el proyecto, inicialmente, de restauración. Las obras comenzaron en marzo de 2014 y se realizó en dos fases, por motivos económicos. «Aún quedan fases pendientes», puntualiza Carlos Quevedo, arquitecto responsable de lo que hoy es objeto de críticas y que se encuadra dentro de los proyectos ejecutados por el Estudio de Arquitectura Carquero, al que pertenece profesionalmente.
Juan García Doblas, el propietario de los terrenos donde se enclava la Torre de Matrera, sostiene que «como propietario y promotor, considero que lo que han hecho está bien hecho. Una simple fotografía no ilustra lo que es una restauración exhaustiva realizada por un estudio de arquitectura especializado que ha realizado otras restauraciones importantes como la de la Iglesia de El Salvador o La Maestranza, en Sevilla», apostilla.
El arquitecto sabe que el grueso de las críticas recae sobre el uso combinado de materiales en el revestimiento exterior de la torre, así como en los muros. Se ha utilizado mortero de cal blanca «un material que era el que estaba ahí, en el acabado de la torre, porque aún quedan vestigios en zonas interiores de los revestimientos originales», explica Carlos Quevedo, que enfatiza que el proyecto contó con un estudio arqueológico que, además de revelar la existencia de esos vestigios de mortero de cal de tonalidad blanca, descubrió unos frescos en el interior.
El proyecto, aprobado por la Junta de Andalucía, se ajustó a la Ley 13/2007 del Patrimonio Histórico andaluz, y por ello fue aprobado por la administración autonómica para su ejecución. Su artículo 20 recoge que en materia de conservación,están prohibidos los intentos de reconstrucción miméticas y que los materiales empleados en la conservación, restauración y rehabilitación deben ser compatibles con los del bien. Desde la Junta de Andalucía se explica que «oficialmente no hemos recibido ni una queja» sobre el resultado final de la Torre de Matrera, y que «se ha ejecutado lo aprobado. No era posible una reconstrucción piedra sobre piedra», porque de acuerdo a la ley, «sería ilegal y un engaño«.
Carlos Morenés, vicepresidente de la Asociación ‘Hispania Nostra’, difiere en la interpretación de la Ley que hace la Junta de Andalucía. «No se ajusta a la ley, porque ésta estipula que no se puede edificar nada nuevo y que las actuaciones deben ser reversibles. Esto también lo dicen todos los convenios internacionales relativos al patrimonio, como la Carta de Cracovia de 2002, de relevancia internacional en materia de restauración». Además, sostiene que «si al mundo entero no le gusta hay unanimidad de criterio: algo debe haberse hecho mal».
Morenés explica que la entidad ya tenía incluida la torre en su Lista Roja, como bien en peligro de conservación dentro del territorio nacional. «Fue un vecino de Villamartín que reside en Madrid el que nos hizo llegar el resultado actual de la Torre de Matrera, y nosotros lo difundimos y sacamos un artículo en nuestra web». La viralidad vino después, hasta el punto de que «la prensa internacional, de Rusia a Estados Unidos, se han hecho eco del desastre y una vez más los españoles quedamos en ridículo porque somos disparatados haciendo estas cosas, es de las peores restauraciones del mundo».
Carlos Quevedo se muestra «sorprendido» por la magnitud que han adquirido las críticas. «Entiendo que las críticas son positivas y constructivas, y que todas las opiniones son respetables, pero de alguna forma para criticar con consistencia hay que indagar en el proyecto y no quedarse solo en la imagen, porque todo lo que hemos hecho tiene un por qué».
La polémica con la Torre de Matrera está servida, al igual que con el Ecce Homo de Borja, que fue posteriormente aprovechado como reclamo turístico y publicitario, merchandising incluido. En Villamartín, cuyo Ayuntamiento mantiene un litigio con la propiedad de la finca desde hace varios años para que sea legalmente de acceso público, se rumorea ya que «es raro que no se pueda acceder a la Torre».
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