ESTÁ MUY mal visto hablar del 11-M como lo que sigue siendo 12 años después: la mayor masacre de la historia de Europa Occidental, que seguimos sin saber quién ideó, quiénes la ejecutaron y quiénes, entre las propias fuerzas policiales, la fiscalía y los jueces, aceptaron la destrucción de las pruebas o crearon pruebas falsas para impedir la investigación legal.
El pasado 11 de diciembre yo estaba entrevistando a una de las víctimas del 11-M, Eloy Morán, de la Asociación de Ayuda a las víctimas del 11-M, la única que además de cuidar a los afectados (muchos recaídos tras la masacre de París) sigue empeñada en que la Justicia investigue a los que destruyeron las pruebas, desde los trenes a las pertenencias de los muertos.
Pero nadie quiere acordarse de ellos, que están sin dinero. Es de mal gusto discutir que del 11-M sabemos poco o nada, y lo que sabemos, falso, pero está muy mal visto preguntarse qué pasó. Y por qué está mal preguntar.
Hay una curiosidad políticamente correcta, por ejemplo investigar a las víctimas del franquismo, y una curiosidad impertinente: investigar a las víctimas de los atentados del 11-M.
Es políticamente correcto rehabilitar etarras, con Otegui a la cabeza, pero es políticamente muy incorrecto y revela una clara tendencia fascista recordar cómo Otegui y sus pistoleros obligaban a jugar a la ruleta rusa a secuestrados como Luis Abaitua, que nunca se recuperó. Otegui, sí. Y sus defensores, como Manjón y Pablo Iglesias, ocupaban la primera fila del homenaje oficial de los partidos a las víctimas del 11-M.
¿Por qué Manjón y no Moris o Morán? Pues porque en el 11-M hay víctimas políticamente correctas y víctimas desagradables, que siguen preguntando qué pasó, cuando todo el mundo lo sabe. Bueno, saben que las víctimas buenas lloran, no preguntan.
Pero este viernes Morán se preguntaba: «si está tan claro lo que pasó, ¿por qué insultar a los que preguntan por la destrucción de pruebas, los fallos de la instrucción y los absurdos de la sentencia?»
El gran responsable, por omisión, de no investigar qué pasó el 11-M es el Partido Popular, pero el peor insulto a las víctimas este año es el de Pablo Iglesias, que pidió «no utilizar políticamente a las víctimas del terrorismo». ¡Él, que presume de inventar los SMS y cercar las sedes del Partido Popular!
Doce años después, la infamia del 11-M continúa.
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