El alpinista Juanito Oiarzabal retoma su proyecto de escalar por segunda vez las 14 montañas más altas del mundo
«Vuelvo a estar en mi territorio. Los ochomiles es mi hábitat». Ufano y más reposado que otras veces, esta mañana el alpinista vitoriano Juanito Oiarzabal ha presentado a los medios su ambicioso proyecto de escalar por segunda vez los 14 ochomiles. Junto a él estuvo Alberto Zerain, quien le acompañará en el reto.
A estas alturas de la escalada, nadie desconoce que Oiarzabal es uno de los más grandes alpinistas de la historia de nuestro país. Sexto hombre del planeta en conseguir los 14 grandes y tercero en hacerlo sin uso de oxígeno embotellado, es el montañero que acumula más ascensiones a montañas de 8.000 metros sin esta ayuda artificial, 26 en total.
Ha repetido diez de las catorce montañas más altas y solo le quedan cuatro para conseguir su desafío: 2x14x8.000. Le quedan Broad Peak, Dhaulagiri, Nanga Parbat yShisha Pangma, si logra subirlo será el primero en hacerlo. «Es un reto muy complicado, pero lo asumo porque estoy convencido de poder lograrlo», señala.
La larga carrera ochomilista del León de Vitoria comenzó en el lejano 1985 con la ascensión del Cho Oyu. Siguió subiendo ochomiles hasta que una década después «comprendí que podía subir a la cima de todos». Lo consiguió en 1999 con el Annapurna.
El accidente del K2
No contento con esto, continuó acumulando estas montañas con la intención de hacer una segundo vuelta. Hasta que le tocó el turno al K2. Fue en 2004 y aquella escalada supuso un punto y aparte en su carrera. Estuvo a punto de perder la vida en la bajada y sufrió congelaciones que le amputaron los diez dedos de los pies. Milagrosamente recuperado, solo dos años después volvió a la carga: Makalu, Kangchenjunga,Annapurna… los picos se sucedieron. Hasta 2012. Aquel año coincidieron algunos problemas físicos con la crisis económica. Parecía que Juanito tendía que decir adiós a su sueño, cuando solo le quedaban cuatro montes.
No se rindió. El año pasado consiguió montar una expedición ligera junto con Zerain y se dirigió al Broad Peak, en el Karakorum. Fue una temporada terrible con mucha nieve acumulada y serios peligros en la escalada. A pesar de ello, se quedaron a doscientos metros de cima. «No subimos, pero aquella expedición me permitió ganar la confianza que tenía perdida. Me dí cuenta que, aunque con achaques, podía seguir subiendo ochomiles y, tal vez, completar mi sueño».
Achaques y patrocinio
Este año el panorama es diferente. Con la cabeza de nuevo bien amueblada y un patrocinio importante, Juanito muestra fortaleza y convencimiento. «A los ochomiles se sube con las piernas, por supuesto, pero sobre todo con la cabeza y el convencimiento. La actitud es lo más importante y querer ser el primero es tener actitud», explica al tiempo que reconoce que con sus 60 años, las rodillas no son las de antes y que cuesta más recuperarse, pero que se siente con fuerzas ante un reto «que es formidable y que solo puede afrontarse con un patrocinio como el que nos brinda Saunier Duval».
Admite Oiarzabal que «sin mi compañero Alberto, a quien conozco hace mucho tiempo y con quien he compartido varias expediciones, sería mucho más difícil». Con siete ochomiles en su mochila, Alberto Zerain es uno de los alpinistas más potentes de su generación y afronta el reto con la «ilusión de un chaval, ya que para mí las cuatro, son montañas nuevas, que no conozco y que estoy deseando subir».
El próximo 3 de abril la pareja saldrá para el Himalaya. El Dhaulagiri es la primera etapa de este tour sobrehumano. «Le hemos elegido el primero porque es el más difícil. Si logramos quitárnoslo de en medio estaremos mucho más tranquilos para el resto del proyecto», señaló.
Inmediatamente después («enviaremos el material directamente a Pakistán desde Nepal») acometerán en junio la ascensión al Broad peak. Para el año que viene tienen pensado Nanga y Shisha. «Pero primero tenemos los otros dos. Así que paso a paso», concluye el incombustible Oiarzabal.
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