¿Por qué no nos caemos de la cama?

480Si es usted viajero habitual quizás se haya despertado más de una mañana en alguna habitación de hotel preguntándose dónde está. Sin embargo, incluso aunque sea usted de los que da mil vueltas en la cama mientras duerme, seguro que no recuerda haberse caído de la cama ni una sola vez en su vida adulta. ¿Cómo es posible? ¿Qué mecanismos nos protegen de caernos de la cama durante la noche?

Como explica a EL MUNDO el doctor Juan Pareja, jefe de la Unidad del Sueño de la Clínica Quirón de Madrid, caerse de la cama es algo muy anormal. Principalmente porque nuestro tono muscular durante las horas de sueño está muy restringido; «como mucho, damos media vuelta, cambiamos de posición si llevamos mucho rato en la misma, carraspeamos, nos ajustamos la sábana o murmuramos».

El sueño consta de dos fases, una primera denominada de sueño lento, en la que nuestro cuerpo comienza a relajarse y entra progresivamente en un estado de laxitud. «En esta fase, se pueden producir pequeñas sacudidas bruscas que nos hagan despertarnos sobresaltados, pero son algo natural y sin mayor riesgo», explica el doctor César Viteri, especialista en trastornos del sueño de la Clínica Universidad de Navarra.

La segunda fase del sueño, la denominada REM, es en la que se produce toda la actividad onírica, en la que soñamos. «Para impedir que nuestro organismo interactúe con el contenido de esos sueños, nuestro organismo inhibe toda la actividad motora«, explica el doctor Viteri. Toda, salvo la necesaria para que nos acomodemos en la cama o cambiemos de posición para proteger la respiración y la circulación.

Algunos pacientes con un trastorno denominado de conducta del sueño REM no tienen inhibida esta actividad motora por la noche; «y eso hace que actúen en sueños, griten, corran, agredan o se caigan de la cama».

Para el resto de individuos sanos, como añaden ambos especialistas, nuestro cerebro tiene además cierta capacidad de percibir el espacio y de memorizar las dimensiones de la cama gracias a los músculos propioceptivos. «Por eso, si en una de esas vueltas llegásemos al borde de la cama, el cerebro es capaz de percibir el cambio de textura de la cama y lanzar una pequeña señal de alarma». Suficiente para no caerse.

En el caso de los niños, como explica el neurólogo de la Clínica de Navarra, sus mecanismos del sueño son todavía más inmaduros, por lo que entre otras cosas se mueven mucho más («en adultos es muy raro que alguien se despierte con la cabeza a los pies de la cama, no así en niños»). Debido a esa inmadurez (y a que sus propios músculos propioceptivos se encuentran aún en formación), ese bloqueo de los movimientos durante la noche no es total y por eso, entre otras cosas, se despiertan más veces durante la noche.

«Hacia los dos años y medio pueden pasar de la cuna a la cama», recomienda el doctor Viteri. Algunos trucos para que ese cambio se produzca con seguridad pueden ser empezar por poner el colchón en el suelo mientras el pequeño se familiariza con las dimensiones de la cama, o proteger el perímetro con cojines para evitar sustos en caso de caídas.

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