Enfermera de formación, la tía del Rey no sólo manejó la ‘offshore’, también una sicav, una sociedad patrimonial y una misteriosa herencia
Pilar de Borbón admite la sociedad en Panamá pero dice que no incumplió con Hacienda
Es jueves, pasan cinco minutos de las seis de la tarde. Un citroën oscuro se detiene en la puerta del palacete madrileño donde reside la familia de Esperanza Aguirre.Del asiento trasero, tras abrirle la puerta el chófer, se baja una señora con traje azul marino y porte solemne. Sólo un bastón con el que se ayuda a andar revela que tiene 79 años. La señora, altísima, entra por la puerta de carruajes, donde varias personas la están esperando y la acogen sin dar opción a intromisiones. Hace semanas que estaba convocada la reunión entre los organizadores del rastrillo Nuevo Futuro pero todos temían que ‘Doña Pi’, como la llaman con cariño, decidiera no ir al saberse el personaje más buscado por la prensa española estos días (horas antes su nuera, Andrea Pascual, había tenido que salir prácticamente huyendo de un acto). Pero la Infanta Pilar fue.
El entorno que la acogía esa tarde es el mismo que horas antes deslizaba a LOC la«excelente calidad humana» de la tía del Rey. «La quiere todo el mundo, si ha habido algún tema fiscal extraño es muy posible que ella no supiera nada, su marido era broker del petróleo, eso da mucho dinero y puede que lo organizara así, pero ella no creo que tuviera ni idea». La reunión transcurrió sin sobresaltos, «no hubo ni una sola pregunta sobre el tema de Panamá, y la Infanta estuvo muy animada hablando de su juventud en Portugal».
La Infanta Pilar fue el primer personaje popular que saltó a la opinión pública al hacerse públicos los ‘papeles de Panamá’, escándalo destapado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y, en España, por El Confidencial yLa Sexta,. Según estas noticias, Pilar de Borbón presidió y dirigió la compañíaDelantera Financiera SA -empresa ‘offshore’ radicada en Panamá- a partir de agosto de 1974, un mes después de que Don Juan Carlos, entonces Príncipe de España, asumiera de forma interina la Jefatura del Estado debido al grave empeoramiento de la salud de Francisco Franco. La empresa fue disuelta el 24 de junio de 2014, cinco días después de que Felipe VI fuera proclamado Rey.
El uso de estas empresas opacas no es delito, lo sería sólo en el caso de que no se hubiera declarado su existencia a la Agencia Tributaria Española, algo que, según la versión de Pilar de Borbón en un comunicado enviado a los medios esta semana, sí hizo. El ministro Montoro ha reconocido que «buena parte» de los implicados en los papeles de Panamá están al día de sus impuestos. La Infanta podría haber regularizado su situación fiscal en España mediante el modelo 720 de 2013 de bienes y derechos en el extranjero, la última amnistía fiscal. Aún así, Hacienda ya ha abierto una investigación sobre su patrimonio.
Aunque no haya delito, la información desvelada por el Consorcio ha puesto el foco sobre el patrimonio de la Infanta Pilar, y sus razones para mantener durante tantos años una empresa en un país que hasta hace poco estaba considerado como un paraíso fiscal. En un primer momento, se dedujo que el dinero podía provenir de la herencia que su padre, Don Juan, dejó a sus hijos en Suiza en 1993 y que sacó a la luz EL MUNDO. Se trataba de tres cuentas con unos saldos totales de 7.955.775 francos suizos (728,75 millones de pesetas al cambio de entonces). De estos, Doña Pilar recibió 131,4 millones (de entonces) que fueron enviados a JP Morgan, en Nueva York.
La misma ciudad donde tenía su centro de operaciones el inversor Alecko Papamarkou. Un «conocido empresario y amigo personal» de Luis Gómez-Acebo que fue también el primer dueño de Delantera Financiera, que creó en 1969. Lo explicó Pilar de Borbón en el citado comunicado. En agosto de 1974, su esposo se planteó iniciar «actividades profesionales» lejos de España a raíz de que ETA intentara su secuestro y el de Don Juan de Borbón. Para ello, su amigo Papamarkou le «cedió» la titularidad de Delantera Financiera, a la que se sumó la Infanta «ante la gravedad de posibles eventualidades». Según la versión de la Infanta, la sociedad panameña sirvió para desarrollar «distintos proyectos profesionales» que emprendió su marido en el extranjero y que no tuvieron demasiado éxito. Después de serle detectado un cáncer en 1984, la actividad de la compañía se redujo hasta su extinción tres décadas después.
Alexander Papamarkou, Alecko, fue efectivamente un millonario griego íntimo amigo de Luis Gómez-Acebo desde su juventud común en Nueva York. Al morir, en 1998, el obituario en ‘The New York Times’ le definió como «un filántropo y uninversor internacional entre cuyos clientes se encontraban la realeza, grandes empresarios e instituciones». Era tal la amistad de Gómez-Acebo y Papamarkou que en los 70 se asociaron para construir casas en Houston, un negocio que resultó ruinoso. El griego también se convirtió en el padrino de bautismo del tercer hijo de la Infanta Pilar y Luis, Bruno.
Es complicado constreñir la figura de Luis Gómez-Acebo a una ocupación concreta. Junto a la herencia de Don Juan, estos días también se atribuye el patrimonio de la Infanta Pilar al buen hacer de su marido y padre de sus cinco hijos, que falleció en 1991 víctima de un cáncer linfático. «Era un intelectual y una persona excepcional», le definen quienes le consideraron su amigo, pero también«era muy listo para los negocios». Luis era el cuarto hijo del banquero Jaime Gómez-Acebo y de la marquesa de Deleitosa. Fue asesor de diversas sociedades financieras, estuvo vinculado al negocio del petróleo, a la firma americana de cazatalentos Korn Ferry y fue secretario general de la cementera Asland. Será recordado, sobre todo, por su papel decisivo a la hora de traer a España la colección Thyssen. Una operación de altos vuelos.
La Infanta Pilar, enfermera de formación, «no tuvo que preocuparse por nada hasta que falleció Luis», explica un amigo del matrimonio, «pero luego se le vino el mundo encima porque tenía cinco hijos que no siempre ha sido fácil educar en solitario».
Gómez-Acebo dejó a su familia un patrimonio que les ha permitido vivir holgadamente y que ellos han conseguido multiplicar con el tiempo. Todas las propiedades de la estirpe se gestionan a través de la sociedad patrimonial San Jacobo SL, que Luis constituyó en 1967. Seis años después de fallecer el patriarca, en 1997, la empresa ya tenía músculo para poder comprar un piso de más de 300 metros cuadrados en la calle Velázquez de Madrid, en plena milla de oro.
Dos años después, en 1999, San Jacobo adquirió una parcela de 1.200 metros cuadrados en Calviá, dentro de la urbanización Sol de Mallorca, donde luego se construyó un chalé de veraneo para la familia (y que sirvió de refugio a los ex duques de Palma durante su intervención en el juicio de Nóos). Ese mismo año, 1999, San Jacobo también adquirió un pequeño piso en la calle Mayor de Madrid.
La mansión madrileña donde la Infanta Pilar y Luis Gómez-Acebo construyeron su hogar y que a día de hoy sigue siendo la residencia de Doña Pilar es, según un testigo, «una finca muy grande, de las antiguas de Puerta de Hierro, con su pista de pádel y demás. Te diré que está un poco destartalada, no hay grandes lujos aparte de la propia casa, ni se cuida excesivamente la decoración». La casa, construida en los años 60, supera los 1.000 metros cuadrados y se asienta sobre una parcela de 2.400 m2.
El asunto de los ‘papeles de Panamá’ no es el primero que plantea alguna duda ética en torno a cómo paga sus impuestos esta rama de la familia del Rey. Además del patrimonio inmobiliario y de la sociedad panameña, la Infanta Pilar y sus hijosmanejaron durante años sus acciones a través de una Sicav, Labiernag 2000, que desmantelaron a finales de 2012 (con un patrimonio medio de cinco millones de euros). Ella era la presidenta y la administradora única, en el consejo figuraban sus cinco hijos. En diciembre de 2012, como relató Valenciaplaza, los Gómez-Acebo vendieron a un empresario alicantino su vehículo de inversión, ya muy ‘desmejorado’ (tenía entonces 2,93 millones de euros). Esta Sicav se ha rebautizado. Desde verano de 2013 se llama Gavijosa Finanzas y ahora maneja un patrimonio en torno a los 12 millones de euros. Según el registro, los cinco hijos de la Infanta son socios de esta sicav.
Según diversas fuentes, son ellos los que ahora manejan la fortuna familiar. «El hermano más inteligente es Bruno Gómez-Acebo, se dedica al capital riesgo y a los negocios inmobiliarios, ha heredado el olfato de su padre». De hecho, es Bruno el único hermano que aparece en los papeles de Panamá. En julio de 2006, fue elegido director y tesorero de Delantera Financiera, la ‘offshore’ panameña, y lo fue hasta su disolución en junio de 2014. Su nombre también saltó a los papeles cuando Don Juan Carlos y sus hermanas vendieron la mansión de Puerta de Hierro en la que habían vivido sus padres. Bruno y un primo suyo fueron acusados de ocultar una comisión por la venta de casi un millón de euros, un asunto del que fue absuelto en primera instancia.
Fernando y Juan han tenido menos suerte en los negocios. Simoneta Gómez-Acebo es la directora de Comunicación de Cartier. Beltrán, recién casado con Andrea Pascual, tiene una empresa de asesoría inmobiliaria e inversión, Vertical Real Estate, con la que ha llevado a cabo operaciones comerciales de relumbrón como la del complejo de lujo extremeño de la Isla de Valdecañas.
Todos ellos controlan un patrimonio sobre el que ahora Hacienda ha puesto la lupa.
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