Por Luis BONETE. Copyright-2016
Desde mi punto de vista personal, observo que a día de hoy, existe una corriente de opinión y colectivos que, bajo el paraguas de un proteccionismo animal basado en sus propias creencias y filosofías, pretenden convertir al circo en una fábrica en la que el artista juegue el rol de un empleado-funcionario y el espectador el de consumidor pasivo; en definitiva, apuestan sin disfraz por acabar con la historia y refundar un circo de plástico.
Contra esta corriente, insisto, bajo mi punto de vista, es perentorio que surja un nuevo empresario audaz que reivindique el auténtico circo clásico en el que aflore el alma de serrín de lo circense, con olor a boñiga de elefante y orín de tigre, con payasos que nos hagan llorar y reír, y con contorsionistas de las que podamos terminar locamente enamorados. En definitiva, un circo-aventura al que que todo niño sueña con escapar, para que los adultos no le robemos sus sueños.
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