La unión entre Iglesias y Garzón fracasa en su asalto al PSOE
Los españoles dan otra oportunidad a Mariano Rajoy
«Nadie sabe por qué el resultado no ha sido el que daban las encuestas. Y nosotros tampoco». Esta frase de Pablo Echenique resume en pocas palabras el estado de estupefacción que vive Podemos tras las elecciones. La Ejecutiva intentó ayer acertar una respuesta pero ni siquiera internamente se ponían de acuerdo. Se vertieron «muchas opiniones, cada una y su contraria», reconoció el secretario de Organización de Podemos. Por ello, el partido morado encargó una encuesta para averiguar por qué se ha desplomado de esa manera.
La alianza entre Podemos e Izquierda Unida se ha revelado como un rotundo fracaso electoral dado que ambas fuerzas, lejos de sumar más, han perdido cerca de 1,1 millones de votos y se han quedado con los mismos diputados que en laselecciones de diciembre: 71. Este resultado supone el fiasco de una estrategia en la que se habían empeñado personalmente los líderes de Podemos, Pablo Iglesias, e IU, Alberto Garzón, en contra de las voces internas, sobre todo dentro de la formación morada, que advertían de que «refundar la izquierda» y abandonar el discurso de la «transversalidad» era un grave error. Sin embargo, Iglesias salió la noche electoral en defensa de la coalición señalando que es «el camino correcto» y que «hay Unidos Podemos para rato».
Hay sumas que ‘dividen’
La unión entre Podemos e IU no fue nada fácil de gestionar por Iglesias por las reticencias que había entre muchos miembros del partido morado, sobre todo, de Íñigo Errejón. Durante la fase en la que se empezó a gestar la alianza, sobre todo en el mes de abril con contactos frecuentes entre Iglesias y Garzón, el número dosde Podemos expresó en público que sólo la transversalidad era «la hoja de ruta ganadora». «No se trata de sumar siglas», dijo Errejón entonces, sino de limitar la colaboración electoral con IU a que ciertos compañeros fortaleciesen el proyecto, como Garzón, pero sin la losa del Partido Comunista o la propia marca de la federación de izquierdas.
Más de uno se acordó el domingo de aquellas palabras de Errejón a finales de abril, cuando advirtió a quienes tomaban los cinco millones de votos de Podemos en el 20-D y el millón de IU para sumar seis. «Los acuerdos que se hacen bien multiplican y lo que se hacen mal incluso dividen», avisó. «En general, los cuentos de ábacos no funcionan casi nunca. Lo fundamental sigue siendo ser capaces de formar acuerdos que multipliquen». A la vista de los resultados, la suma de fuerzas ha restado 1,2 millones de papeletas.
Paradójicamente, el 26-J ha dado también la razón al Pablo Iglesias que hace un año rechazaba categóricamente presentarse con IU con el argumento de que un «frente de izquierdas» en las generales «no puede cambiar políticamente el país» ya que tampoco «funciona electoralmente».
En este punto, cabe preguntarse si los votantes de Podemos y de IU estaban satisfechos o más bien confundidos con la ideología de una coalición que Iglesias etiquetó de «socialdemócrata», «plurinacional» y «patriota».
La integración de IU
Aunque todavía es pronto para saber las razones de la debacle, lo cierto es que la integración de IU dentro de la coalición Unidos Podemos ha podido ahuyentar a muchos de sus tradicionales votantes. Sobre todo a los que que siguieron confiando en la formación el 20-D pese al meteórico auge de Podemos. Por ejemplo, en cuestión está el lugar ocupado por Garzón en las listas. Iba de número 5 por Madrid, lejos de la visibilidad que a lo mejor requería el líder de una fuerza política que presuntamente ponía encima de la mesa un millón de votos y que, además, se trata del político mejor valorado por los españoles.
También queda la duda de la satisfacción de los votantes de IU por los puestos ocupados en las listas por muchos de sus candidatos. Sólo encabezan tres circunscripciones (Ciudad Real, Teruel y Palencia), mientras que en su mayoría iba en puestos secundarios o con riesgo de no salir. Por ejemplo, se ha perdido el segundo diputado por Madrid (que tenía en diciembre) y tan sólo se han logrado, además del de Garzón, los escaños de Sevilla, Málaga y Guipúzcoa.
Asimismo, hubo también muchas voces que criticaron el acuerdo con Podemos (ampliamente respaldado por las bases) porque ponía en peligro la continuidad de IU como proyecto político autónomo y porque diluía un discurso netamente de izquierdas. Ahora queda supeditado a Podemos en el grupo parlamentario del Congreso y con un programa «socialdemócrata».
El factura de la legislatura
Parece que los votantes han pasado factura a Podemos por su actitud durante la pasada legislatura, en la que bloqueó la posibilidad de investir a un presidente socialista. En lugar de eso, Iglesias dio una segunda oportunidad a Mariano Rajoy y el líder del PP parece que puede aprovecharla para repetir cuatro años más en Moncloa.
Es cierto que los simpatizantes de Podemos rechazaron por una ampia mayoría apoyar a Sánchez, pero una cosa son los votantes y otra los militantes. No en vano, porque muchos de sus electores en diciembre eran antiguos votantes del PSOE. Aquí también cabe recordar la actitud y el tono utilizados por Iglesias durante esos cuatro meses. Desde la famosa rueda de prensa ofreciéndose como vicepresidente(mientras Sánchez estaba reunido con el Rey) y diciendo que Sánchez tenía que «agradecer» la «sonrisa del destino» a la bronca apelación a la «cal viva». El resultado ha sido una turbulenta relación política y de desconfianza mutua.
Confiarse y salir a conservar
Tiempo habrá para analizar pero las campañas de diciembre y de junio han sido muy distintas. Unidos Podemos cometió el error de creerse las encuestas (que han fallado estrepitosamente hasta el último segundo) y jugó como si fuera la segunda fuerza política del país. El error al confiarse ha sido una estrategia de campaña muy conservadora con el resultado. La coalición ha estado más pendiente de no cometer errores que de sorprender. El ejemplo está en el debate a cuatro, en el que Iglesias salió muy contenido y dejó marchar vivo a Rajoy.
Por otra parte, el líder de Podemos ha tenido un papel extraño en la campaña, con un menor presencia que sus rivales en los actos electorales de la coalición. Se optó por que se volcara sobre todo en la televisión y en preparar sus participaciones en medios. Eso propició que el candidato de Unidos Podemos no pisara ciudades del peso de Valencia, Sevilla, Zaragoza o Málaga o visitara comunidades autónomas como Aragón, Asturias, Galicia, Castilla y León, Extremadura o Canarias.
Movilizar a la derecha
Los aires triunfalistas de Unidos Podemos han provocado dos consecuencias. Una, que el resultado en diputados y votos sólo se pueda leer con tintes catastrofistas por las expectativas creadas en sus electores. Dos, que las afirmaciones de que estaban en «empate técnico» con el PP hayan supuesto una mayor movilización del votante de centro derecha en torno al PP.
El machacón intento por polarizar con Rajoy y reducir las elecciones a ser un «referéndum» entre Podemos y el PP ha provocado la espectacular subida de lospopulares. Posiblemente, por el miedo a un Ejecutivo presidido por Iglesias, y más en un escenario de máxima incertidumbre por el ‘Brexit’. En este sentido, el líder del PP ha sabido rentabilizar mejor la llamada al «voto útil».
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