Josep Borrell fue durante cinco años presidente del Parlamento Europeo. Se le recuerda en Estrasburgo por su gestión impecable. Su prestigio en los medios internacionales perdura. Las bases socialistas le nombraron en elecciones primarias candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno. Tuvo el honor de ser pisoteado por las pezuñas de algún cizañero insomne. Como ministro de Obras Públicas demostró moderación y eficacia. Catedrático de Matemáticas en la Universidad Complutense, Josep Borrell, catalán de La Pobla de Segur en la Cataluña profunda, publicó el año pasado un libro imprescindible, Las cuentas y los cuentos de la independencia. En él demostraba, desde la altura intelectual y el rigor histórico, las camelancias y manipulaciones del secesionismo de Arturo Mas, Oriol Junqueras y sus cómplices asilvestrados.
Josep Borrell, en fin, se coincida o se discrepe de sus ideas y posiciones, es un hombre relevante en la política española, dirigente destacado del PSOE durante décadas. Pedro Sánchez acertó de lleno al incorporarle a su equipo. Tras las elecciones del 26-J, Borrell ha publicado en El Periódico de Cataluña un artículo esclarecedor: Sentir, pensar, votar. En él afirma que ‘los socialistas somos la alternativa al PP, no su complemento’. Descarta la gran coalición y asegura que solo hay dos soluciones: ‘Un Gobierno minoritario PP-C’s, con o sin Rajoy, o un Gobierno muy minoritario del PP. Y en ambos casos, aun contando con el apoyo de algunos nacionalistas, haría falta una abstención del PSOE’.
Mientras algunos han perfeccionado de forma considerable su irresponsabilidad, Josep Borrell se muestra abiertamente favorable a esa abstención para evitar la catástrofe nacional e internacional de unas nuevas elecciones. La abstención del PSOE o de una parte del PSOE podría hacerse, bien sin contrapartidas ‘mediante la oportuna enfermedad de unos cuantos diputados’, bien cobrando la factura de ‘un conjunto de medidas de tipo económico, social e institucional, que el Gobierno minoritario se comprometa a impulsar’.
Borrell prefiere la segunda fórmula porque es partidario de abordar la reforma constitucional y eso requiere ‘aproximar posiciones’. El PSOE, en todo caso, permanecería como líder de la oposición, relegando a Pablo Iglesias que anda, según la expresión de Valle-Inclán, ‘rosmando amenazas’ tras su fracaso ensorpassar al partido centenario que engrandeció Felipe González. El Gobierno en minoría del Partido Popular quedaría en precario y para cualquier iniciativa parlamentaria de envergadura precisaría del acuerdo con la oposición. Los socialistas, con solo 85 escaños, serían determinantes a lo largo de lo que dure la legislatura, sobre todo si el PSOE se desembaraza de algún dirigente calcinado.
Acierta, en fin, Josep Borrell. Por encima de los intereses de partido está el interés general. Y lo que conviene a España es que el PSOE facilite, aunque condicione, un Gobierno del Partido Popular sin enrocarse en posiciones estériles que conducirían al desastre de unas terceras elecciones. Son muchos los socialistas que coinciden con la moderación y el buen sentido de Josep Borrell y tienen la esperanza de que Pedro Sánchez se sume a una posición especialmente razonable y constructiva.
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