A Pablo Iglesias no le gustó nada que se le preguntara por la presencia de Ada Colau en la manifestación de la Diada independentista. El candidato de la sonrisa y el amor le contestó a Aimar Bretos en la Ser que era una pregunta de 13 TV, lo que no cabe interpretar en su boca como un elogio a la cadena ante la pertinencia de saber exactamente su posición en la amenaza más grave que se cierne sobre el ordenamiento jurídico español.
Después de la contestación que dejó claro, una vez más, que a Iglesias las preguntas incisivas le incomodan como a Donald Trump, el líder de Podemos confirmó que la transversalidad, una vez perdida, no se recupera. Según él, la alcaldesa de Barcelona hace bien en ir a una manifestación que apoya saltarse la ley a la torera, lo que no pueden hacer los propietarios de pisos turísticos en su ciudad. Por redes hace tiempo que muchos no le pueden preguntar a Iglesias, de bloqueo fácil. También Iñigo Errejón es rápido dando a la tecla que impide enfrentarse a posiciones contrarias pero ya dejó claro en el prólogo de su tesis doctoral que no había crecido confrontando ideas, cuando le agradecía al profesor de UCLA John Agnew que le hubiera dedicado horas con una «rara disposición a escuchar otras posiciones».
Conflicto político y procesos de pacificación era el curso de doctorado que hizo Iñigo Errejón. Pero no se fue a estudiar la política vasca, no. Él prefirió centrarse en Bolivia, que siempre fue guay mojarse con los indígenas y no con esos fachas a los que les molestaban las fotos de los asesinos por las calles de los pueblos del País Vasco. Se podía haber puesto cerca de Basta Ya a que les escupieran casi en la cara. Pero no. Él estaba por entonces en la Complutense, en Contrapoder, el establishment de esa facultad -su tesis la dirigió Heriberto Cairo, decano, el mismo que a Iglesias- y se creían rebeldes impidiendo que Rosa Díez hablara. Son los mismos. Otegi también. Pero ahora de buen rollito, sonrisas, primaveras y corazones. Cada vez llevan peor que no se circule por su carril. 13 TV. Lo siguiente es llamar facha a la cara a algún periodista. Que por chat ya sabemos que Iglesias es más de fantasías con azotes. Y ya no es cuestión de echarle bótox en el ceño.
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