En Estados Unidos dicen que en España ya gobierna Rajoy, una exageración, sin duda, pero que revela algo indudable: que el PSOE de Zapatero ofrece un encefalograma casi plano y apesta a cadáver. El imperio socialista se está derrumbando a marchas forzadas y está perdiendo todos aquellos rasgos que le hicieron un partido ganador. Ya ni siquiera es capaz de exhibir su sorprendente facilidad para lograr acuerdos con casi todas las formaciones políticas del arco parlamentario español, con los sindicatos, con los grandes empresarios y hasta con organizaciones clandestinas y delictivas como ETA, mientras el Partido Popular, que durante años se ha encontrado aislado y sin capacidad para hacer lo mismo, gana amigos y ve como se le abren las puertas del poder.
Por Francisco RUBIALES. Copyright-2011
Los socialistas han «vendido» su capacidad para hacer amigos como un valor político, como el resultado del diálogo, pero en realidad es todo lo contrario: el PSOE ha sido capaz de pactar con todos porque ha carecido de principios sólidos y ha preferido la estrategia a las ideas y los valores.
Los socialistas se declaran amigos de las víctimas del terrorismo, pero las humillan cuando legitiman a ETA e incorporan a los terroristas al sistema democrático, sin arrepentimiento, sin abandonar las armas; dicen que son demócratas, pero pueden llegar a acuerdos con todo tipo de organizaciones totalitarias, como los comunistas españoles, dominadores de IU, y con la ETA armada; se declaran españoles, pero mantienen estrechas relaciones y pactos de amistad con partidos nacionalistas radicales, antiespañoles e independentistas; se declaran socialistas, pero sus mejores amigos son los grandes capitalistas y empresarios españoles, con Emilio Botín a la cabeza.
El PSOE es un sorprendente e inquietante nido de contradicciones. Dicen que respetan el Estado de Derecho, pero escupen sobre la separación de poderes y controlan la Justicia al nombrar jueces y magistrados o al poner a la Fiscalía al servicio del gobierno; se declaran amigos de los débiles y necesitados, pero han hecho pagar la terrible factura de la crisis a las clases más humildes y desposeídas de España; alardean de su política social, pero el de Zapatero es el gobierno que ha destruido más políticas sociales en menos tiempo, desde la Guerra Civil; se autoproclaman «progresistas», pero han creado una sociedad que retrocede en casi todos los ámbitos: en el trabajo, con cinco millones de desempleados, en la prosperidad, con más de diez millones de pobres, en la democracia, con millones de ciudadanos decepcionados con el sistema, en la política, con media España insatisfecha con el liderazgo, y con la limpieza, creando una sociedad tan corrupta que ha sobrepasado a todas las de Europa y se compara ya con las más sucias y vergonzantes del Tercer Mundo.
He leído o escuchado a muchos pensadores de altura afirmar que cuando un partido puede pactar con todos no es digno de confianza porque carece de principios. Lo decía con especial insistencia Sandro Pertini, fallecido presidente de Italia. Es cierto que él se refería, cuando lo dijo, a la Democracia Cristiana italiana y quizás también al socialismo de Betino Craxi, partidos expertos en gobiernos polícromos y multipolares, pero el PSOE español de Zapatero se parece a esos dos partidos italianos como dos gotas de agua.
De todas las contradicciones y renuncias del socialismo español, quizás el capítulo más lamentable y sucio sea la facilidad que demuestra para sellar pactos «contra natura» con partidos situados, teóricamente, en las antípodas ideológicas. El PSOE ha pactado con independentistas, nacionalistas radicales, amigos del terrorismo, sindicatos corruptos y antiobreros y múltiples partidos de la derecha española. Y esos pactos, ideológicamente imposibles, sólo son posibles porque el PSOE ha sucumbido siempre a la tentación del poder, ha renunciado a las ideas y a los principios y ha abrazado la permanencia en el gobierno como la única y gran ideología del partido.
El pretendido «progresismo» socialista es un inmenso fraude, pues no se puede ser progresista cuando, al mismo tiempo, se cultivan «comportamientos» como la corrupción, la protección de los que, desde sus filas, violan las leyes, presentando imputados como candidatos, destruyendo la prosperidad, empobreciendo a los españoles y generando un profundo rechazo hacia la clase política y hasta a la democracia.
Dicen que han abandonado el marxismo, pero no tienen dificultad alguna para entenderse y colaborar con los marxistas totalitarios españoles, con los que querían pactar para conservar parcelas de poder como Extremadura, la ciudad de Sevilla, donde el candidato comunista a las elecciones,Torrijos, era un imputado por la Justicia, y en otros lugares, siempre para mantenerse en el poder, único gran «valor» del socialismo español configurado por Zapatero y Rubalcaba.
La última gran decepción del socialismo español ha sido la elección de Rubalcaba como candidato. Después del fracaso del Zapaterismo, el PSOE necesitaba un candidato limpio, ajeno a los fracasos y que no hubiera tenido participación alguna en la ruina de España, pero Zapatero eligió como sucesor a su principal cómplice, condenando así al partido a una derrota que probablemente será cruenta y dramática.
Ante el espectáculo aterrador de un socialismo español que ha abandonado al pueblo y que aplica las recetas que le exigen los ricos del planeta, los ciudadanos españoles decentes, conscientes y responsables miran hacia la derecha, para buscar en ese espacio una alternativa de gobierno esperanzadora, pero allí sólo encuentran un partido que se financia de forma parecida al PSOE, que convive fácilmente con la corrupción y que tiene una idéntica concepción de la democracia, a la que ha abandonado para abrazar la partitocracia más radical, sin ciudadanos, con el concepto de la «representatividad» hipertrofiado y exigiendo a los votantes un impresentable «cheque en blanco» que les permita hacer lo que quieran durante la etapa de gobierno.
España, realmente, se encuentra en una terrible encrucijada sin esperanza y, en manos de políticos sin alma y sin valores, parece abandonada por sus socios, por los mercados, por la suerte y hasta por la misma Providencia.
1 comentario
No le falta razón a Francisco Rubiales, Luis. Ya expuse aquí en otro comentario más resumido el desastre al que el PSOE ha llevado a España y que no existe alternativa con el PP, ambos se solapan en un único partido el PSOEPP, tan sinvergüenzas los unos como los otros consiguiendo demostrar que con Franco se vivía mejor, y ojo con esto que digo, no soy franquista, pero si falangista hasta la médula.
Cuando los falangistas hablamos de la nacionalización de la banca, compañías de seguros y empresas o industrias de interés nacional, ya somos fascistas. Falange Española de las JONS no se parece en nada al Partido Nacional Socialista Alemán ni al Fascismo Italiano, pues ninguno de estos sistemas tiene como pilares básicos a la familia, al municipio y al sindicato. Nosotros nos declaramos profundamente católicos, algo radicalmente incompatible con el racismo, el genocidio y el capitalismo. Sabemos que el capital es necesario, pero a la vez es necesario privarle de la especulación y de la usura. Cabría añadir más, pero creo que esto es suficiente para entender que Falange Española y de las JONS se demarca totalmente del fascismo italiano y del nacional socialismo alemán.
Pero volviendo al tema, hay que reconocer que estamos ante una situación realmente dramática. Hace poco leí en “El País” que la empresa suiza ROCHE va dejar de suministrar medicamentos a Grecia porque debe facturas desde hace seis a ocho años. Pero los laboratorios suizos advierten que la siguiente va ser España, pues debe facturas desde hace más de cuatro años. Vienen en el citado periódico la cantidad de euros que debe cada Comunidad Autónoma, las que menos deben son el Principado de Asturias 122 millones de €, a continuación Aragón con 140 millones de €, rondando todas las demás entre los 300 y 900 millones de € que debe Valencia, la que más.
No me explico como se ha podido llegar a semejante endeudamiento. Yo al menos si no tengo dinero para comprar una cosa no la compro ni aún pidiendo dinero prestado. La deuda en la que han dejado a España esta gente es algo vergonzoso, y a pagarlo los que menos tenemos la culpa, aunque también algo, pues ha habido señores que han adquirido vivienda sin contar con sus posibilidades y ahora no la pueden pagar. Todavía no nos han dicho con exactitud a cuanto asciende la deuda española. Van saliendo poco a poco números contables de las distintas Comunidades Autónomas pero no son de fiar, pero sí nos hacemos a la idea de cuales están en la peor situación.
Resulta vergonzoso que en algunas Comunidades Autónomas de mi país se me niegue una receta médica cuando la Seguridad Social tiene cobertura nacional, o al menos la tuvo. Yo jamás tuve un problema para desplazarme por España y en caso de necesidad acudir a un consultorio de la Seguridad Social, ser atendido por un médico y salir del consultorio con mis recetas que jamás me rechazaron en las farmacias. Esto señores ya es francamente intolerable. Por cargarse se han cargado hasta la misma Seguridad Social.
En el siglo pasado, ocurrieron las dos guerras más trágicas y dramáticas de la historia. Parece ser que no hemos aprendido la lección. Acabadas las guerras, con todo destruido, vuelve a haber trabajo para todos, se alcanza un ficticio bienestar social, y de nuevo se produce el colapso económico, trayendo de nuevo como consecuencia el paro y la pobreza. Este empobrecimiento de la clase media que estamos padeciendo, puede traer unas consecuencias trágicas. Hace poco mantuve una conversación con un amigo teniente coronel de artillería, que además de militar es licenciado en ciencias económicas. Los militares suelen tener una visión de futuro bastante acertada, y ven a la clase política como algo poco o nada agradable y en muchos casos extremadamente peligroso y perjudicial para las naciones. Me dijo que no se explicaba como habíamos llegado al extremo que hemos llegado, que veía un futuro próximo catastrófico, que pronosticaba guerras civiles cruentas, y que en muchos países hoy llamados liberales, volverían a imponerse dictaduras militares. No es esta la mejor salida ni la que más me agrade me dijo, pero el problema es que va ser inevitable, y de esto solamente hay unos responsables, los políticos. No le quité la razón, pero como falangista me vi obligado a decirle que las guerras deben de evitarse a toda costa, que hay métodos para salir adelante sin recurrir a ellas y que en el peor de los casos se puede recurrir a las dictaduras sin derramamiento de sangre, paulatinamente y sin que nadie se sienta perjudicado en sus derechos fundamentales.
La decadencia del PSOE español no es otra que la llevar a cabo una política liberal que desde el año 1973, primera crisis del petróleo, no funciona, la social democracia o socialismo en libertad, como llaman ellos. Pero es que además las políticas sociales que llevan a cabo son ficticias. Los antecesores de estos señores, en la década de los años 1930, intentaron poner una dictadura comunista al más puro estilo bolchevique, amparados y protegidos por la Unión Soviética. Hoy se autocalifican de socialdemócratas queriéndonos además hacernos ver que los de aquella década eran eso, pero no nos dicen nada de la revolución de Asturias en 1934, ni de la quema de conventos, monasterios e iglesias, ni tampoco de los más de 9000 sacerdotes, monjas y religiosos asesinados tan solo por el hecho de serlo. Me canso de repetir esto, pero creo que conviene repetirlo, pues si han fabricado a su medida una “Ley de Memoria Histórica”, es bueno que los ciudadanos de hoy, sobre todo la Juventud Española, sepa toda la verdad, y no solo una verdad a medias o incompleta, que a veces es peor que una mentira.
Saludos,
Manuel.