Por Javier MACIA
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Asiduo de las redes sociales, contemplo repleto de estoicidad, las fervientes adulaciones y las furibundas acusaciones, que en estos días se fijan en la importante figura de Fidel Castro. Importante, adjetivo que denota calificación de relevancia fundamental, sin entrar en valoraciones inquisitoriales a priori, por que sin duda alguna Fidel, ya es persona integrada en la historia por su devenir político e influencia social colectiva. Entiendo la historiografia como, el método atribuido de la objetividad suficiente, para el análisis de los textos que reflejan la historia, así como sus autores. La capacidad para disuadir de este análisis, una imposición ideológica como premisa del mismo, se hace difícil cuando existen en su ejercicio, ideas preformadas por afinidad política o acolitismo ideológico, que se acentúan irremediablemente en base a comparaciones y contextualizaciones históricas sobre otros personajes, coyunturas y acontecimientos. Por ello, debo significar que ante todo lo leído y visionado, como argumentario, tanto en la defensa como en el abordaje, de esta figura revolucionaria, es indispensable pensar en la subjetividad de quien comparte artículos, vídeos y comentarios, salvando las distancias hacia quien de acuerdo a método, demuestra veracidad, sin menos cabo del libre ejercicio de pensamiento y expresión de quien se sitúa en primer termino.
Paralelamente, la historia, y por idénticos motivos, será escrita desde las dos vertientes, a excepción quizás de los autores mas desconfiados, que imparcialmente contaran los hechos vividos por el pueblo cubano.
Así con todo, la inmediatez de los acontecimientos, la actualidad de los hechos nos alejan de cualquier diligencia histórica – “la historia me absolverá” .( F.Castro) – sin desviarnos a la par de todo tipo de interpretación ética y moral e incluso de juicios de valor, como actuales protagonistas de la realidad y del acto político social. La globalizacion de los medios de comunicación a través de las redes sociales (internet), puede hacernos participes críticos de nuestra coyuntura, y nuestros referentes históricos con adscripción ideológica, serán principios en gran parte del juicio propio, ejecutado ante tal eventualidad.
De igual forma, la igualdad entendida como derecho ético y moral, nos reviste de condiciones, en tanto, podemos ser “buenos o malos” y en cuanto, nuestra “bondad o maldad”, pueda ser interpelada en juicios ajenos. Aquí, y en este instante, se hace palpable en demasiadas ocasiones, la doble moralidad del hombre como analista político indiscutible, ya que emancipa sus ideales, en función de los concernientes históricos mas afines, en detrimento de las valoraciones contrapuestas del “adversario político”. Es condición humana responder al liderazgo, esta en su naturaleza fisiológica dependiente, le es propia desde su nacimiento y determina su devenir evolutivo dentro de una comunidad jerarquizada ética y moralmente. Por ello el proceso educativo es esencial, y por ello su pluralidad, diversifica los arquetipos ideológicos que se fundamentan en figuras históricas que lideran las tendencias del pensamiento filosófico y vienen a determinar las realidades humanas en su desarrollo evolutivo.
Para concluir, la libertad, cualidad intrínseca al hombre, para su desarrollo en sociedad, necesita de la intervención vigilante del ESTADO, como instrumento mediador y de reconciliación, evitando así la declinación anárquica de las colectividades. Esto no exime al soberano pueblo – característica principal en los sistemas de ESTADO actuales- de su derecho y obligación a fiscalizar el ejercicio de los poderes estatales en materias sociales y de respeto a los derechos fundamentales del hombre, estableciéndose de formas distintas la protección necesaria y el amparo suficiente, que pudieran justificar por necesidad , revueltas y/o revoluciones que liberen la carga opresora de una mayoría restringida por la mala administración de los poderes acomodados dentro del ESTADO. Claramente, la oposición a estos movimientos reivindicativos, terminan por demostrarse, en la mayoría de los casos y según la historiografia, crueles y sangrientos, gozando todos de algo común y propio. Responden a una filosofía con líder argumentativo y lideres ejecutores, en ambas tesituras.
Así pues, el juicio de valor que acreditan los defensores de Fidel, están sujetos a la tendenciosa manipulación de los verdaderos hechos históricos, porque en su exposición, justifican y dan sentido a su formada ideología, y en contraposición los detractores, buscan también lejos del análisis de la realidad, comparaciones e incursiones en discursos falazmente contrarios, pero también involutivos y regresivos, toda vez que se estudian con la objetividad que es necesaria. Dictadores de izquierdas o de derechas, no dejan de ser dictadores, totalitarismos represivos son sus cualidades deformadas en el carácter humano y ambos utilizan la base filosófica de turno, para alcanzar las cotas del poder ejecutor, sacrificando a la mayoría, en muchos casos analfabeta y deficientemente formada. Es inevitable por tanto la carga social y el servilismo a las ideas, ya que determinan los modos y tipos de sociedad. Esta idea queda patente en un hecho histórico que se desarrolla en París, con motivo precisamente del protagonismo que Cuba adquiere a finales del siglo XIX, y que da pie a la idealización de nuevas potencias mundiales en plena efervescencia, como EEUU. De ahí que criminalizar ahora a los gobiernos estadounidenses por las políticas de bloqueo contra Cuba, suponga también idealizar su actitud ante la opresión del paupérrimo, por entonces, Imperio Español. No debemos olvidar que EEUU, quiso comprar la Isla en los años 1850 aproximadamente y nunca en base a la opresión ejercida por los gobiernos españoles sobre la población cubana, sino por los intereses económicos reales de la Cuba azucarera, por citar un ejemplo, todo ello tapado en defensa de la libertad y liberación de los pueblos.
Solo el pueblo cubano tiene derecho a determinarse, si decide romper con el Castrismo, marcará indefectiblemente a su ultimo libertador y si elige permanecer en el socialismo marxista, absolverá a Fidel, siendo cómplice del juicio que la historia, efectivamente pueda hacer de él.
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