Por Javier MACIA
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La disciplina política, es aquella actitud que toda persona en el ejercicio responsable de su intervención colectiva, presenta como principal motor de sus acciones para que redunden en el beneficio común de la sociedad, y atendiendo a razones etimológicas del termino.(Política (< latín politĭcus < griego antiguo πολιτικός politikós, masculino de πολιτική politikḗ, que significa «de, para o relacionado con los ciudadanos») es el proceso de tomar decisiones que se aplican a todos los miembros de un grupo).
Por otro la lado, la libertad, cualidad exclusiva del ser humano, en tanto es capaz de administrarla sobre si mismo y sobre el resto de las especies, plantea un problema a la hora de aplicar el ejercicio de la política, o mas bien, en el momento de plasmar prácticamente cualquier teoría política.
Sistemas políticos la mente humana ha parido bastantes. El ser humano desde su hominizacion, momento en el que aparece la consciencia suficiente, para dudar de si mismo, de todo, de cuestionarse su origen y final, de interrogarse sobre lo que ve, percibe y sufre, para aprender a comunicarse, y mucho mas allá, sobre el por que de las cosas, ha sobrellevado la dura carga de intentar establecer un mecanismo de control entre el yo individual y el yo colectivo. Si al comienzo de los tiempos era legitimo asesinar para conseguir el fuego, hoy sin duda es mucho mas sencillo pedirlo prestado o incluso comprarlo, pero indispensablemente la figura del método político y la aparición del Estado como ente, son circunstancias que moderan la libertad y el devenir de los interactivos hombres libres. Así, la humanidad, ha experimentado jerarquías tribales, monarquías, democracias, imperialismos, anarquías, y no en menor medida, tradicionalistas, revolucionarias, conservadoras y contrarrevolucionarias, dotando el espectro socio-politico de la historia y su evolución de distintos colores, sabores y visiones.
Esta España nuestra, como vieja nación, no transcurrió ajena a estos procesos, por el contrario, ha sido en muchos casos y momentos, causa y efecto, origen de diversos avatares que han conformado ideología, tendencia política y estructuración social. La historia contemporánea de nuestro país se debate en una idea inconclusa; como definirnos, que ser ante los ojos de la historia, y todo ello fruto de la perdida de los caracteres imperialistas de los que fuimos poseedores y protagonistas. Las alternancias ideológicas han sumido a nuestro país en un bucle indefinido que va desde el republicanismo a la monarquía, pasando por dictaduras, democracias, constituciones federalistas, secesionismos y hasta una guerra civil, en los últimos ciento cincuenta años. Pero sin duda la reciente historia nos ha marcado a sangre y fuego, De la contienda civil entre hermanos, surge la confusa división política, a la par que innombrables atrocidades desde los dos bandos, que aun hoy perduran en un odio soterrado en un olvido nunca pretendido.
Ser republicano, es amar el imperio de la ley, reclamando ante quien ejerce el poder desmesurado, los derechos esquilmados a los ciudadanos, abolir las prebendas de una amalgama de indecentes ciudadanos corruptos y devolver a la ley el sentido de justicia redistributiva por el que fue implantada, para alcanzar el bien común. Entendido así, innumerables españoles fueron republicanos desde la Falange, tantos como hoy son considerados fascistas, quizás por la citada confusa división política.
Ser demócrata, es amar la decisión del pueblo, aunque el pueblo pueda estar incluso equivocado, aunque la mayoría del pueblo este en un error, aunque existan minorías alternativas que juntas superen en sufragio a la mayor parte del pueblo, y aunque a todas luces a posterior resulta, la injusticia quede perpetua e inamovible.
Así que hoy se pude ser republicano y demócrata, amando el imperio de la ley y la decisión del pueblo. Pero en merecimiento de lo republicano esta el amor a la ley, a la justicia y por contra en lo demócrata, se halla la posible vulneración de lo justo, ya que la razón puede amparar a las minorías, ya que el sentido de la ética y la moral puede sustanciar a los menos sufragados, sin obtener resultado social plausible.
Y de otra parte; la represión desde totalitarismos conservadores irrumpe en contradicción con la libertad ajena y el respeto al principio republicano de justicia.
Resolviendo, no me queda otra que ser republicano, aun a riesgo de que me llamen “rojo” y sabiendo que no lo soy. Pero claro, republicano para nada demócrata. Tan injusta es la bota militar impuesta como la embarrada bota obrera transformada en sable jurisprotector, y tan deplorable es la democracia complaciente con una burguesía capitalista como una tierra anarquista condenada a morir sin destino en el analfabetismo de sus creadores.
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