FORMAS DE TERMINAR

ETA “ha decidido el cese de su actividad armada” porque ha sido derrotada por el estado de derecho, por la policía, los jueces, las leyes, la unidad de las fuerzas democráticas y la colaboración internacional. Pero hemos asistido a un gran montaje para ponerle puente de plata a la organización terrorista en su salida y para legitimar su historia y su causa. Ha sido un vodevil en tres actos de pésima calidad, porque el autor, el guión y el desenlace estaban cantados desde el principio. La conferencia de Aiete del lunes constituyó el punto máximo del montaje, con cinco personalidades internacionales y con una representación social y política del País Vasco, que terminó con una declaración que recogía, en sus formulaciones y contenidos, las posturas de la izquierda abertzale, la cual –segundo acto del vodevil- al día siguiente aceptaba jubilosa los principios que ella misma había encargado leer a unos figurantes contratados al efecto (varios de ellos políticos jubilados, profesionales de la “paradiplomacia”, que dan conferencias y ofrecen asesoramientos a través de empresas que gestionan sus servicios). El tercer acto, el más esperado, el que nos tenía en vilo, que no sabíamos ni cuándo ni en qué términos se realizaría tampoco se ha hecho esperar. ETA aprovecha el puente que se le ha tendido, anuncia el cese de su actividad armada (¿pero va a continuar con otras actividades?, es una incógnita en el aire) y reivindica su causa y su historia: “la lucha de largos años ha creado esta oportunidad”. ¿Se lo creerán?

Por Rafael AGUIRRE. Copyright-2011

El comunicado de ETA acepta plenamente el itinerario marcado por la declaración de Aiete. Si deciden dejar las armas definitivamente no hacen falta ni tutores, ni mediadores, ni “comités de seguimiento” (la empresa de la “paradiplomacia” ofrece sus servicios con esta expresión en el punto 5), porque un estado democrático tiene instrumentos para gestionar la salida de estas situaciones: el cumplimiento de las leyes, receptividad a los cambios de las personas y de las circunstancias, mantener la memoria de las víctimas y hacer justicia.  Una incógnita es hasta que punto calará el montaje con que se ha querido disfrazar la derrota de ETA o si se impondrá la verdad de los hechos. Dicho montaje consistía en legitimar la historia de ETA y su causa para que cambiasen de métodos y dejasen actuar a sus herederos políticos. Para ello se distorsionaba gravemente la realidad: se hablaba de “la última confrontación armada en Europa” y se ultrajaba la memoria de las víctimas del terrorismo, que en un día como hoy deben estar especialmente presentes en nuestro recuerdo. La sociedad vasca –contra lo que tantas veces se dice- no ha sido beligerante contra ETA más que en escasos momentos puntuales.

Ha preponderado el pasar de largo, el no enterarse del sufrimiento de las víctimas y de los miles de amenazados. Me temo que ahora sean muchos los que premien a los organizadores del montaje como si hubiesen sido ellos los que nos han quitado esta losa de encima. Ha acabado el terrorismo de ETA, pero importa mucho la forma como socialmente se perciba su fin. Creo que fue un error coadyudar al montaje de Aiete, porque se contribuía a legitimar el relato de una ETA, que estaba abocada  dar el paso que ha dado. Me pregunto, por ejemplo, ¿qué pintaba allí un representante cualificado de la Iglesia? ¿por qué no se hace pública su intervención en reunión previa del Grupo Internacional de Contacto? Ahora es muy importante como se gestionan los pasos ulteriores. Tiempo habrá de hablar de ello. Solo señalo dos puntos. Es necesario una unidad básica de los partidos democráticos, especialmente del PP y del PSOE, en este tema.

Las disputas partidistas a que hemos asistido, carentes de carácter propositivo y llenas de hostilidad sectaria, deberían desaparecer en todas las cuestiones, pero particularmente en la que nos ocupa. Además, en la sociedad vasca, tenemos que prepararnos para un complejo  y largo proceso de afianzar y ampliar las bases de la convivencia, lo que implica un aprendizaje democrático y moral. La democracia no es una táctica, sino una cultura y un convencimiento. La página de ETA no se pasa como si nada hubiese ocurrido –ahí están sus víctimas para recordarlo- y sus secuelas tendremos que curarlas con el trabajo de todos.

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