El lunes 24 de octubre me entrevisté con José Blanco en su despacho del Ministerio de Fomento. Desde que EL MUNDO publicó la primera información sobre las acusaciones del empresario Jorge Dorribo, a partir del 4 de octubre, había hablado varias veces con él. Siempre recogí su versión sobre los hechos y tengo que reconocer que el portavoz del Gobierno tuvo la amabilidad de atenderme con corrección a pesar de que mis llamadas no eran, por así decirlo, agradables.
Por Casimiro GARDIA ABADILLO. Copyright-2011
Quedamos a las 17.30 horas. Blanco tenía un ligero enfriamiento. Eran días de agitación, inauguraciones, actos políticos, etcétera. Pero encontró un hueco en su agenda para charlar a solas en su amplio despacho del edificio del Ministerio en el Paseo de la Castellana.
Blanco me habló con confianza. Creía ver en las imputaciones de Dorribo la mano del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, porque, en su opinión, temía que él fuera el próximo candidato del PSdeG a la Xunta de Galicia. «Se equivoca, se equivoca», me aseguró. «Cuando salió elegido yo hablé con Alberto y le dije que no se preocupara, que yo no pensaba ser candidato a la Xunta», me explicó. Y luego, me confesó: «Yo lo he sido casi todo en política. No tengo esas ambiciones. ¿Sabes de verdad lo que me gustaría hacer en el futuro? Ser eurodiputado. Marcharme a Bruselas, perfeccionar mi inglés, que mis hijos se eduquen en un ambiente europeo. Y, después, crear una empresa de asesoría electoral, porque yo, si sé de algo, es precisamente de campañas políticas».
Yo le insistí en que Dorribo había aportado pruebas a la juez de Lugo, Estela San José, que demostraban el pago de comisiones a su primo, Manuel Bran.
«Yo he hablado con él tres veces y él me dice que no. Me ha enviado unas facturas. A mí me parece imposible lo que dice Dorribo, creo que todo es un montaje político. Mi primo es incapaz de meterse en esos líos, él es un pobre electricista de pueblo». Le volví a plantear la solidez de las pruebas y le pregunté por su relación con Bran. «Es primo de mi mujer. La verdad es que yo sólo le veo dos o tres veces al año. O sea, que no tenemos una relación, un trato muy estrecho». Entonces le pregunté: «¿Te fías al 100% de él?». Después de pensárselo unos segundos, me dijo: «Yo ya no pongo la mano en el fuego por casi nadie».
La verdad es que salí del Ministerio con la duda de si, efectivamente, Bran era el típico aprovechado que había sacado tajada de su parentesco con uno de los hombres más poderosos del país: ministro de Fomento, portavoz y vicesecretario general del PSOE, además de ser tal vez uno de los pocos amigos de verdad del presidente Zapatero.
Sin embargo, tras leer la exposición razonada de la juez San José al Tribunal Supremo, en la que explica por qué ve indicios de cohecho y tráfico de influencias en la conducta de José Blanco, me quedan muy pocas dudas de que el ministro se ha comportado de forma deshonesta.
Como casi siempre, más que las declaraciones de los imputados, son las grabaciones telefónicas las que ponen de manifiesto las verdaderas relaciones entre ellos, sus negocios, sus manejos.
Sin duda, la cita en la gasolinera de Guitiriz, que supuso el pago de 200.000 euros del empresario Dorribo a Bran (presuntamente destinados a su primo el ministro), fue todo un acontecimiento para el grupo capitaneado por José Antonio Orozco, vicepresidente de Azkar, amigo de Blanco y verdadero epicentro de la trama lucense.
Que Dorribo iba a plantearle al titular de Fomento, en su coche y de camino a un restaurante, algo importante y beneficioso para todo el grupo lo demuestran las conversaciones entre los implicados. Al poco de producirse el encuentro el pasado 5 de febrero, Carlos Monjero recibe una llamada de su socio de Proitec Javier Rodríguez: «Javier le dice que Pepe (Blanco) ya estuvo con Jorge (Dorribo), que vinieron en coche juntos. Carlos pregunta qué le pidió».
Minutos después, Javier Rodríguez llama a José Antonio Orozco: «Javier le dice que Jorge ya vino con Pepe en el coche».
Ese mismo día, por la tarde, y tras el almuerzo, Dorribo llamó a Orozco: «Orozco le dice que eso de la ministra (Pajín) no hay problema, que eso se habla con el tocayo».
A Dorribo se le había ocurrido un gran negocio. Tenía que lograr la exclusiva de recogida de medicamentos de las farmacias (lo que estuvo a punto de lograr si no le hubieran detenido en mayo). Esos medicamentos se trasladarían a una distribuidora ubicada en Andorra, para, desde allí, exportarlos a países del tercer mundo. Dorribo estimaba ese negocio en 50 millones de euros al año.
A Orozco le pareció una buena idea y por eso entró como socio en la empresa andorrana (Salut d’Innovació), en la que también participaban los dueños de Proitec y el ex consejero del BNG Fernando Blanco, a través de su hombre de confianza, Xoán Bazarra. Orozco le planteó el negocio a Blanco y éste dijo que quería participar.
Pero, como paso previo, Blanco tenía que ayudar a Dorribo en otros temas, como acelerarle las gestiones en Sanidad para poder distribuir los medicamentos en unidosis o bien para que se acelerara una ayuda solicitada al Ministerio de Economía y Hacienda, que el empresario llegó a contabilizar como cobrada en Laboratorios Nupel.
La cita en la gasolinera tenía ese fin. El primo Bran cobraba la comisión y Blanco se encargaba de hacer las gestiones oportunas.
Que Blanco cumplía sus compromisos lo demuestran las conversaciones y los SMS grabados por la policía entre él y su amigo Orozco.
En diciembre de 2010, el vicepresidente de Azkar le plantea un problema para instalar una nave en Sant Boi. Orozco dice que «va a llamar a Blanco para ver si manda algo allí o no».
Ese mismo día (30 de diciembre de 2010), Orozco llama al ministro Blanco y éste le pregunta si el alcalde de Sant Boi «es de los suyos». Efectivamente, era del PSC.
A partir de ahí se producen diversas conversaciones e intercambio de mensajes telefónicos entre ambos.
El 17 de febrero de 2011, Orozco recibe una llamada de Blanco: «Le dice que en 15 días está resuelto lo de Cataluña y que el otro tema de Coruña también se resuelve».
Por fin, el 10 de marzo de 2011, Orozco remite un SMS a José Blanco: «Acaban de darnos la licencia de Sant Boi. Muchas gracias por todo. Apertas [Abrazos]».
Como le dijo Orozco a un amigo en una conversación telefónica: «Siempre es bueno tener un amigo en el Gobierno».
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