Dado que escribí sobre los intentos para salvar al fundador de Falange, pensaba encontrar en La pasión de José Antonio, de José María Zavala, la respuesta a quién era «Alfa». Pero el personaje al que hace referencia el encargado de negocios alemán Völkers (o Völckers según aparece en el libro de Zavala) ni se menciona aquí.
El libro está bien para los amantes de José Antonio Primo de Rivera, es un poco libro «de culto» como se ve por el mismo título de «La pasión»; tiene su mérito y su público. A mí más que los amoríos (afortunadamente, femeninos, si se me permite decir) de José Antonio, me ha parecido interesante (por desconocido) el relato del fusilamiento, que no le voy a estropear al lector, vale la pena leerlo porque está escrito con emotividad.
Me quedo, pues, con las ganas de saber quién era Alfa, y también de conocer en qué consiste la evolución del pensamiento político de José Antonio en la cárcel. Pienso que esto -desvelar la trama de quién mandaba en Alicante, y la evolución de Primo de Rivera- es más interesante que los amoríos y lo que le sucediera al juez que le condenó a muerte. Pero todo tiene su interés, ya digo, sobre todo si se es lector «de culto» de este personaje, que los hay y no pocos.
En este mismo sentido de poner las cosas en su sitio, y sin criticar al autor, como dije en el otro artículo, de nuevo veo aquí que las críticas al supuesto desinterés de Franco se sustentan en nubes, o en todo caso en un supuesto telegrama que don Juan (de Borbón) decía conservar pero que curiosamente se ha perdido, sobre que «no interesa», y como no, las elucubraciones de Ángel Viñas, que saca conclusiones a partir del comentario de Franco de que si se puede, incluso se obtenga la liberación sin pagar. De ahí hay quien saca pretensiones criminales. Yo solo veo lo obvio, que si no hay que pagar, tanto mejor. Y lamento que esa cortina de humo haga pasar desapercibida la realidad de que quienes encarcelaron, condenaron y fusilaron a José Antonio fueron los «republicanos».
Por momentos en este libro (p. 335-336) parece que hay que enternecerse porque el Gobierno no conmutara la pena de muerte del ex ministro Salazar Alonso, porque el presidente del Tribunal Popular les convenció de que si se la conmutaban por cadena perpetua (¡qué generosidad!) habría un motín y morirían cien presos… Y entonces Prieto también firma la sentencia de muerte. Y esa situación de septiembre de 1936 en Madrid hemos de suponer que vale para el 20-N (o un par de días antes) en Valencia, que es donde estaba el Gobierno, y en Alicante. PERO NO ES EQUIPARABLE.
Y hemos de aceptar que Negrín le comunicó a Mariano Ansó casi llorando que habían fusilado a José Antonio. Bueno, si Ansó era un inocentón, a lo mejor le conmovieron las lágrimas de cocodrilo. Incluso por mucho que a él y a los otros partidarios del indulto le doliera, el rechazo de Largo Caballero es lo que importa: no había de qué sorprenderse si se ejecutaba la sentencia confirmada. Aquí Zavala reduce las gestiones que dice haber hecho Prieto para ganar votos en el consejo de ministros a una propuesta de canje hecha el 19 de noviembre por el ministro Esplá, a la que Largo Caballero habría respondido simplemente: «Que la justicia siga su curso». Me parece bastante más verosímil la versión de Prieto que mencioné en el otro post. Versionado de una u otra forma, el caso es que el Gobierno pudo y no quiso indultar, y no precisamente por presiones de masas enardecidas.
En definitiva, seguramente es más emotivo presentar a José Antonio como víctima de las fuerzas del destino, pero desgraciadamente fue víctima de unos políticos malvados, y de otros cobardes… Y desde luego no de la falta de celo -aunque la hubiera- de los «nacionales».
1 comentario
Me pregunto si es necesario hacer comentarios homofogos del tipo:
«amoríos (afortunadamente, femeninos, si se me permite decir)»
Si la condicion sexual de Jose Antonio fuera otra te afectaria a la hora de valorar su mensaje politico?
¿una buena idea no lo es tanto si viene de un homosexual?
Lo dicho para mi un comentario totalmente fuera de lugar que ademas de innecesario desvela el sentir del autor en temas que no vienen a cuento del articulo.