Almanseño Ilustre

Por Luis BONETE

Periodista. Copyright-2019

Afirman quienes saben lo que dicen, o creen saberlo, que, aunque parezca imposible o muy difícil, los sueños se pueden hacer realidad. Conozco desde hace muchos años a una persona en este bendito pueblo que, a fuerza de tesón, asegurándose que su sueño estaba perfectamente alineado con sus principios y valores, y deseándolo con la suficiente fuerza, ha sido todo un ejemplo de que las quimeras pueden dejar de serlo si el objetivo está bien definido y jamás te das por rendido.

Me refiero a Diego de Ves Esteban. Un almanseño que, a mediados de los años 70, se le metió en la cabeza que las Fiestas Mayores de Almansa eran cualquier cosa menos fiestas. Imaginó Diego, después de mucho calzonear por el Levante, que las calles de la ciudad bien podían albergar un tipo de Fiesta alternativa a la de gachamigas, faja  roja, alpargatas, moños y vestido de manchega.

Andaba por aquellos tiempos nuestro buen paisano, pletórico de juventud, circunstancia que le añadía un plus de capacidad visionaria a su ya de por sí, culo inquieto. Regentaba Diego de Ves una discoteca histórica: el Quijote, ubicada en el hoy Paseo de la Libertad, próximo a Los Jardinillos. Ese bendito y húmedo local, en el que muchos jóvenes nos desarmábamos los huesos y hacíamos en la pista cabriolas imposibles al ritmo del “Rock and Roll” de Gary Glitter, fue el útero donde se concibió la Fiesta de Moros y Cristianos de Almansa.

Muchas tardes, finalizada la sesión disco, Diego de Ves pinchaba “Paquito el Chocolatero” y, quienes allí quedábamos, como impulsados por una fuerza invisible, nos enlazábamos como bien podíamos de modo que fingíamos ser algo así como una escuadra; dirigía las operaciones, claro está, Diego. Sabía lo que hacía, o por lo menos nosotros eso creíamos. Corregía, marcaba el paso, indicaba el ritmo, cuando agacharse, cuando gritar, qué gesticular…, era algo irreal, que ahora sería inimaginable, pero que aquellos días nos ponía las pilas y nos hacía soñar con el hecho de que nosotros podíamos hacer aquello en la calle, delante de nuestros paisanos.

Luego un puñado de fieles rodearon y abrazaron la idea; se engancharon que se dice ahora. Y comenzó el show. Los comienzos fueron durísimos. Había rechazo, repulsa a veces, y ocurrieron sucesos muy graves que yo no voy a relatar hoy pero que están en el recuerdo de todos. Pero por encima de todas las dificultades de aquellos momentos, emergía, brillaba y encandilaba, la impresionante figura festera de Diego de Ves. Inasequible al desaliento, estaba convencido que su sueño era posible en Almansa, y poco pudo este gran canalla que se empeñó y lo consiguió.

Prueba de todo lo que hoy afirmo, 40 años después, se ve en las calles de Almansa del uno al seis de mayo. Las consecuencias de aquellas tardes-noches en el Quijote, de las trifulcas callejeras y en los despachos, y del “si os creéis que me voy a rendir lo tenéis claro” han sido definitivas: una hermosa y seria Fiesta moruna y cristiana que se codea en calidad y prestancia

 

con cualquiera de las centenarias que pueda haber en el Levante de nuestro país; de hecho nuestra Embajada Mora (la mejor con diferencia de todo el territorio UNDEF) fue el germen en el que se apoyó el dossier para lograr la internacionalidad de las Fiestas Mayores almanseñas, y ello, pese a quien pese.

Llegados a este punto me pregunto. ¿Qué más puede hacer un vecino para prestigiar al pueblo que lo vio nacer, y ser recordado por ello?. Ahora que le llega el gris a su trayectoria vital, Diego de Ves sigue disfrutando de forma serena y tranquila de “su” Fiesta. Dirige en los desfiles, en su status de “cabo”, con maestría y talento de la escuadra verde de la comparsa  Almanzárabes, no obstante, y esto no es menos importante, se le ve en cualquier acto de corte festero, y lo hace sin ánimo de lucro; lo podemos observar humilde, silencioso, el último de la fila, tal cual no hubiera roto un plato, y ello a pesar de que es el “alma mater” vivo de la Fiesta de Moros y Cristianos en Almansa.

Siempre he pensado que los honores y agradecimientos, a quien los merezca, se deben de otorgar en vida. Opino, que el colectivo festero, la ciudad de Almansa, está en deuda con Diego de Ves Esteban. Y las deudas, amigos, se pagan. Diego ha dado lo mejor de su vida en pro de un sueño de juventud que benefició, con su realidad, el prestigio de la ciudad almanseña, y eso hoy se debe sí o sí reconocer. Y como de bien nacidos es ser agradecidos, hoy, desde este púlpito mágico que es la radio, digo, afirmo y ruego a quien me quiera oír, que no sería nada descabellado que el departamento de Régimen Interior y Protocolo del Ayuntamiento de Almansa instase de oficio la declaración de Almanseño Ilustre para Diego de Ves Esteban.

En estos días, a pesar de que, sin duda, haberlas las habrá, no se me ocurre otra persona en la que concurran más méritos realizados en la promoción cultural, festera y turística de esta localidad.

Que se conozca.

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