VUELVE LA CONSTITUCION

Por fin empiezan a aparecer las otras patas de la reforma, las que han de sostener la acción de un Gobierno comprometido con una profunda regeneración de la vida pública en España. Han tardado un mes, que es poco aunque para algunos se estaba empezando a hacer largo. Desde su toma de posesión no se había oído al nuevo equipo anunciar medidas de auténtico calado en la reforma del sistema institucional. Ayer sucedió por fin.

Por Victoria PREGO. Copyright.2012

Hubo compromisos de todas clases por parte de la vicepresidenta, y todos ellos, o la gran mayoría, eran dignos de apoyo. Pero la mayor carga de profundidad contra la corrupción del sistema, que es lo que en España estamos padeciendo desde hace décadas, la lanzó Soraya Sáenz de Santamaría en el último minuto de su larguísima comparecencia en el Congreso.

En resumen: a partir de ahora, y en materia de respeto y garantía de la separación de poderes en el Estado, regresamos a los primeros años 80. Volvemos al comienzo de la andadura de la España constitucional.

Aquella reforma de junio de 1985 por la que el gobierno socialista cambió el sistema para elegir a los miembros del Consejo General del Poder Judicial, de modo que todos fueran elegidos por el Parlamento, no ha tenido desde entonces más que una consecuencia, sólo una, y además nefasta: que los partidos políticos han estado intentando insaciablemente meter cuchara entre los jueces. La metieron hasta el mango en el CGPJ, no digamos ya en el Constitucional, que se ha convertido en un espectáculo indecoroso, y siguen intentando fieramente meterla también en el Tribunal Supremo.

Así que en España llevamos más de 25 años viendo cómo un cambio legislativo tan aparentemente apropiado, tan democrático, tan de «respeto a la voluntad popular» y tan ajustado a la representatividad del Parlamento ha sido en realidad el modo más tramposo de apalancar la influencia y el control del Poder Legislativo -y, por lo tanto, del Ejecutivo- en el ámbito del Poder Judicial.

La independencia judicial ha estado desde entonces amenazada. Y que no se siga diciendo que esa elección parlamentaria proporcionaba a los elegidos una vitola más democrática. Falso: ese procedimiento de elección se ha convertido en un lamentable y pernicioso reparto por cuotas que no ha hecho más que desprestigiar a la Justicia y generar tensiones y conflictos entre sus miembros y en la sociedad.

Basta ahora con que recordemos cómo se clasifica hoy en día a los jueces, a los miembros del CGPJ y a los magistrados del Constitucional: éste es del PP y éste del PSOE. Es decir: veneno puro desde el punto de vista de una democracia que pretenda ser real y no sólo de nombre.

Lo que Felipe González se atrevió a hacer amparado en la fuerza inmensa que le daban sus 202 diputados, y no se atrevió a deshacer Aznar con 183, sí se ha atrevido por fin a hacerlo Rajoy con sus 186. Bien. Aplausos. Ya era hora de que regresáramos a cumplir lo que dice verdaderamente la Constitución.
Y ahora un rápido apunte: la vicepresidenta tiene pegada política de calado. La habíamos visto en las sesiones de control al Gobierno, pero aquello era un visto y no visto en los que podía traerse aprendida la lección. Lo de ayer ya fue otra cosa. Quedó claro no sólo que es capaz de correr los 100 metros lisos, como ya sabíamos, sino que también tiene hechuras para ganar la maratón.

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