Nadie defiende una desigualdad primigenia o unos privilegios sustentados en la genética, sino una institución que demuestra su eficacia en el ejercicio cotidiano de un servicio público permanente
Podemos sigue con su campaña contra la monarquía, que no es, precisamente, un tema que ocupe o preocupe a los españoles. Estamos ante un debate estéril que está trufado, además, de lugares comunes e interpretaciones que no se corresponden con la realidad. Es, también, un terreno que le resulta cómodo al socio del PSOE en un escenario gubernamental que muestra sus limitaciones ideológicas en el seno de la coalición así como la cruda realidad de una situación política y económica que generará un gran desgaste como consecuencia de la crisis provocada por la covid-19.
En este sentido, resulta muy cómodo cuestionar la monarquía algo que no plantea la izquierda en Gran Bretaña, Japón, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Noruega o Suecia. Este aspecto es clave para entender cuán disparatada es la campaña. Con un cierto adanismo nos ofrecen lecciones de Historia o derecho constitucional cuando el mismo criterio se podría aplicar, por cierto con más fundamento, a la hora de referirnos al comunismo u otras ideologías o planteamientos radicales.
Hay países en los que la monarquía no sobrevivió por culpa del asalto al poder del comunismo o por referéndums falseados por la izquierda con la cómplice aquiescencia o colaboración de la derecha. No se trata de defender una monarquía de origen divino, un legitimismo trasnochado o una desigualdad de origen. Las grandes democracias que son monarquías se sustentan en una legitimidad que emerge de la historia y tradiciones nacionales, así como del eficaz magisterio que ejercen sus titulares al frente de la jefatura del Estado. Nadie defiende una desigualdad primigenia o unos privilegios sustentados en la genética, sino una institución que demuestra su eficacia en el ejercicio cotidiano de un servicio público permanente.
La razón misma de la continuidad de la monarquía responde a la realidad de cada país. Es una institución que está al margen de las luchas políticas, que refleja una continuidad que resulta muy útil y se ha convertido en la mejor embajadora de sus respectivos países. La ofensiva de Podemos no tiene ningún recorrido y no es más que una cortina de humo para mantener el espíritu de reivindicación ideológica en una época de crisis donde queda muy poco margen para las ideas radicales. El PSOE, al igual que el PP, Ciudadanos y Vox, se mantiene firme en la defensa de la Corona, la Transición y la Constitución de 1978. Es un gran acierto de Pedro Sánchez.
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