por Luis BONETE PIQUERAS
Periodista. Copyright-2020
Nos gusta mucho presumir, a todos, de vivir y disfrutar de las comodidades que nos facilita el hecho de haber nacido en el que llamamos primer mundo. Vemos las noticias, y nos da apuro identificarnos con nuestros hermanos hispanoamericanos, africanos o asiáticos que se ven sometidos a un estilo de vida harto complicado, difícil y muy duro.
Aquí, disponemos de buenos médicos, posibilidad de viviendas decentes, los alimentos son abundantes, tenemos ocio de calidad, casicas en el campo…, una situación generalmente saneada, y por la que deberíamos de estar dando gracias todos los días, y más si tenemos en cuenta las innumerables penurias que atravesaron nuestros antepasados para situarnos donde estamos.
¿Y qué hacemos nosotros?. ¿Tratamos de mejorar lo recibido?. ¿Luchamos por dejar un mundo mejor a nuestros hijos?. Sinceramente pienso que la mayoría estamos en ello. No obstante, como el ser humano es insondable y para que no haya duda de ello, encontramos a vecinos, a los que podríamos con suavidad denominar seres de luz oscura, sepulcros blanqueados, fingidores profesionales sin alma a los que, amparados en el anonimato más asqueroso, cualquier día los podemos ver (que no reconocer) en una terraza tomando una cerveza o haciendo la compra en el supermercado , y de los que nadie sospecha nada, pero que tienen una doble vida.
Sí amigos, una doble vida. Me refiero a psicópatas repulsivos que dedican una parte de su sucia existencia a sembrar veneno, literalmente, para dar muerte indiscriminada a los gatos callejeros almanseños, animales que estaban, algunos de ellos, siendo cuidados y controlados por voluntarios de asociaciones locales y particulares, y que por lo tanto se les supone esterilizados y bien alimentados.
Envenenar animales es una criminal irresponsabilidad. El veneno, sea el producto que se utilice, es un método de exterminio masivo, cruento y no selectivo. Nuestro psicópata local lo añade a un trozo de carne o a una golosina con el propósito de matar a los gatos; porque le molestan sus maullidos, porque los odia…, quien sabe por qué motivo, y abandonado el veneno en la calle, nunca podrá controlar quién se lo comerá: el perro del vecino que sale a pasear, el hijo del vecino jugando, un ave. Es una calavera en forma de trozo de carne o una golosina abandonada en el suelo.
Si me oyes, persona sin reconcomio, hoy, delante de miles de almanseños no me escondo para decirte alto y claro que tu conducta es abobinable; te recuerdo, que el veneno que arrojas a los gatos es la lotería de la muerte ciega. Por esa razón, envenenar a la fauna, ya sea doméstica o salvaje, es un delito penal que se paga con hasta dos años de cárcel. Para que lo sepas, pedazo de bestia con patas, matador sin alma de gatos. Deseo con toda mi fuerza que los agentes de la ley den contigo y, aparte de someterte al conocimiento público y el escarnio y reproche que tu conducta merece, pagues con cárcel y una buena multa el daño que propicias a animales inocentes e indefensos.
Finalmente me dirijo a los ciudadanos que no saben que deben de hacer ante esta situación. ¿Qué hacer ante un animal envenenado?.
- Lo primero, no lo toques. Recuerda: si ha muerto envenenado tú también puedes envenenarte por contacto con el animal. En otras localidades lo hicieron mal con estos gatos. Se pusieron en peligro y reventaron la posible investigación judicial al cambiar de sitio el cuerpo del delito, los gatos muertos.
- Lo segundo, llama a la Policía Local o al Seprona. Sólo ellos pueden levantar el atestado, tomar muestras de los cadáveres para mandarlos a analizar al laboratorio. Te hagan o no te hagan caso, presenta siempre una denuncia.
- Lo tercero busca más víctimas y venenos. Es importante revisar la zona para averiguar si existen más cadáveres o cebos con veneno. Entre otras razones, para evitar que sigan muriendo más animales. Acuérdate de hacer siempre fotografías de la zona, del cadáver y de los posibles cebos que encuentres.
Toma buena nota psicópata sin corazón. Cometerás un error y te pillaremos, y pagarás por el todo el daño que estás haciendo.
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