Por: Luis BONETE PIQUERAS
Periodista. Copyright-2020
La sensibilidad de la sociedad hoy en día para con el respeto de la calidad de vida de los animales, siempre merecerá de mi deferencia y aprobación, a pesar que ciertas y notorias conductas y gestos de los, a mi juicio, muy mal autodenominados animalistas, me producen, a veces sorpresa, otras me dejan sin aire, y la mayor de las ocasiones, un fuerte repudio.
Compuesta esta declaración de intenciones, centraré mi esfuerzo con mayor o menor acierto de juntar letras, en expresar con libertad mi punto de vista sobre la situación por la que atraviesa el Albergue Municipal de Animales de Almansa.
Nos remontamos al año 2018 cuando por una insospechada y cruel decisión de la vida fallece la persona que tenía la concesión. No sabría decir (no puedo hacerlo en conciencia) si la situación que por la que entonces atravesaba el Albergue era idílica o no, fundamentalmente porque tal y como hacen miles y miles de almanseños, reconozco que he pasado la mayor parte de mi vida de espaldas a la realidad que en ese lugar se desarrollaba.
Fijaos, que cuando obligado por la situación el Consistorio se ve obligado a adoptar una decisión sobre el futuro de esa instalación, el entonces titular municipal del área, decide varias cosas: la primera (y porque puede, y nadie le dice lo contrario) es la de no sacar a concurso público para la libre competencia la adjudicación del servicio. La segunda (porque tiene jurisdicción) repudiar de plano (por fundamentos que solamente él conoce) la oferta de gestión del Albergue que le ponen encima de la mesa asociaciones sin ánimo de lucro locales, y tercero, el entonces concejal de Sanidad Animal adjudicó por cuatro años y de forma que se conoce como “digital”, el servicio a un empresario local del sector (cuya esposa es prima hermana del entonces concejal), y cuyos méritos profesionales se basaban en presentar en su currículum mundología mercantil relacionada con el universo animal. Esto fue así, y de esta forma se hace público. Y cada cual que piense lo que le dé la real gana.
El caso es, que andando el tiempo, el Albergue de animales toma un protagonismo inusitado y no precisamente porque en esa instalación se proporcione cuidados y vida exquisita a sus forzados huéspedes. Al contrario; algo estaba sucediendo en el Albergue cuando, tras una de las inspecciones de las autoridades de Agricultura, la instalación es clausurada, no una, sino varias veces debido a que aparecen, y se demuestran importantes irregularidades administrativas, sanitarias y de gestión.
No entro en valorar la administración de la actual empresa concesionaria (eso lo dejo al albur de la opinión pública); sí me centro en el hecho de que, una vez constatadas las citadas irregularidades, por parte del responsable político del área no se procediera de inmediato a la resolución del contrato. Entre otras, completamente inconsistentes, las razones esgrimidas por el concejal del área para no fulminar a la concesión fueron: que “peligraba la seguridad de los animales si se rescindía el contrato”. ¡¡qué risa Basilisia!!. Justo al contrario. La seguridad de los animalicos allí residentes llevaba en peligro muchos meses antes debido a la negligencia con la que se les trataba, y que luego quedó demostrada negro sobre blanco en el informe, contundente y demoledor, del inspector-veterinario de la Junta de Comunidades.
Llueve sobre mojado, tras la tormenta desatada, hemos conocido que el concesionario del albergue, agobiado y acosado, lejos de arrojar luz y entregar los papeles que se le piden ha tomado la decisión más drástica: rescindir el contrato a la veterinaria de referencia y…, contratar a otra. Más de lo mismo al parecer: la culpa, es del mensajero. Veremos que sucede y si la profesional que accede de nuevas, no sale haciendo el tren más pronto que tarde.
Termino señalando que es inconcebible, increíble y asombroso (por no decir otras cosas) que el albergue de animales de una ciudad como Almansa, en la actualidad no disponga de luz eléctrica, tampoco de un servicio de agua potable corriente, y disponga de un lugar con las máquinas de frío necesarias para poder guardar y mantener medicamentos y vacunas.
Gracias a Dios, no he nacido perro ni gato, ya que en ese caso y en el supuesto que me hubieran llevado al albergue de la Atalaya, le hubiera quitado a Steve McQueen el papel de protagonista en el film “La Gran Evasión”.
Mucha salud para todos y, por adelantado, Feliz Natividad del Señor 2020.
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