El caso del Cerro del Cuchillo

Luis BONETE.

Periodista. Copyright 2021

Hoy quiero hablarles de forma breve de un hecho que demuestra de forma fehaciente, el escaso o nulo interés de las distintas Corporaciones almanseñas por la historia de la ciudad. Es sangrante el caso del yacimiento del  Cerro del Cuchillo. Una prospección arqueológica que se encuentra situada en el noroeste del término municipal de Almansa. Distante unos 900 metros en línea recta y dirección Sur del Km. 305,5 de la carretera A-31. Su altura sobre el nivel del mar es de 825 metros; se excavó entre 1986 y 1996, poniendo al descubierto una magnífica aldea perteneciente a la Edad del Bronce, de aproximadamente unos 1.500 años antes de Cristo, compuesta por una comunidad humana de unos 40 a 50 individuos, relacionados entre sí familiarmente, es decir, varias generaciones de un mismo linaje enriquecidos con matrimonios con otros linajes de la región.

El yacimiento fue descubierto en 1982 por el arqueólogo almanseño  José Luis Simón, en el marco de un estudio que sobre la Edad del Bronce en Almansa realizaba por aquellos años. Las especiales condiciones de la zona y la singularidad de los datos que aportaba el yacimiento, respecto a otros poblados coetáneos conocidos hasta la fecha, llevó a la Universidad de Alicante, bajo la dirección del catedrático Mauro Hernández y el licenciado por aquellos años José Luis Simón, a desarrollar durante una década estudios y excavaciones en la zona y más concretamente en el yacimiento de El Cuchillo.

El poblado, o lo que queda de él, se encuentra emplazado en la parte alta del cerro, y se organizaba mediante una calle central que discurría por la cresta del cerro, con estancias de una sola habitación a ambos lados de la calle, a la cual daban las puertas de los recintos.

El conjunto estaba rodeado de tres líneas de murallas, con puertas en diferentes puntos para dificultar el acceso directo al poblado, una torre o plataforma central en el punto más elevado, una cisterna para almacenar agua y espacios diferenciados, unos para residir y otros para desarrollar actividades artesanales, como el hilado y tejido, la elaboración de instrumentos de silex, hueso o metal, el almacenamiento de grano y productos alimenticios y el resguardo de algunos animales.

El grupo se articulaba de forma jerárquica, hombres, mujeres y ancianos y niños. Prueba de ello es que tan solo una docena de individuos tuvieron el privilegio de ser enterrados dentro del poblado, en fosas construidas entre las casas y las murallas.

El poblado se desarrolló durante casi cuatrocientos años, siendo abandonado por circunstancias que se desconocen. El grupo quizás se trasladó a otro lugar para sumarse a otros y de ese modo poder constituir comunidades de mayor tamaño, y por tanto de mayor capacidad para actuar y defenderse, frente a otros que amenazaban sus territorios.

Las excavaciones de esta joya de más de 3.500 años finalizaron en 1996, se cumplen ahora 25 años, y desde entonces, y sin que nadie lo evite, con la administración local mirando a cualquier lado menos a ese punto, el poblado, abandonado a su suerte, se ha convertido en pasto de los saqueadores.

Estoy convencido que nadie me hará caso; no habrá quien mueva un dedo y siquiera intente conocer las particularidades de este gran yacimiento de la Edad del Bronce que pudo ser un punto de referencia, un ofrecimiento cultural más que ofrecer a los posibles visitantes, pero que lamentablemente languidece olvidado por todos.

Me pregunto: De qué sirvió la inversión pública empleada en excavar para luego dejar todo abandonado?.

Amigos hoy con tristeza hoy me caigo del guindo, y con enorme tribulación reconozco que el cuidado del Patrimonio no da dividendos.

Así nos va.

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