«El objetivo es acabar con los conciertos en la educación y quitarles la mayor parte de sus bienes como sucedió en Francia»
Estoy totalmente a favor de que se persiga a todos aquellos que hayan abusado de menores. Hay que ampliar el plazo de prescripción, para garantizar que no se produzca ningún atisbo de impunidad. Me gustaría que la Fiscalía lidere este proceso y que el Gobierno destine todos los recursos que sean necesarios. Es un tema repugnante y muy doloroso para las víctimas.
Las instituciones que no hayan actuado, por acción u omisión, deberán asumir las consecuencias. No se puede dudar y solo cabe la contundencia. Tengo muy claro que la Iglesia tiene que indemnizar a las víctimas y abrir sus puertas para expulsar la podredumbre, porque es la única forma para compensar a las víctimas. No es posible superar las violaciones y vejaciones que sufrieron. Por ello, es importante que esos delitos no prescriban y que se dé a conocer el número de afectados y los indeseables que se escondieron tras los hábitos.
La izquierda política y mediática ha puesto su foco en la Iglesia. Es una estrategia partidista, porque no busca la verdad sino destruir la institución. Los abusos no se han cometido solo en el ámbito eclesiástico, sino en otros muchos y con cifras, desgraciadamente, muy importantes. Por ello, organizar una comisión parlamentaria solo busca la destrucción de la Iglesia. Hay que reconocer que la Iglesia lo ha hecho rematadamente mal.
En su momento tendría que haber encabezado el proceso y limpiar de indeseables una institución creada por Dios, pero que está dirigida a veces, desgraciadamente, por hombres equivocados y soberbios. De nada le ha servido al papa Francisco ir de progre y populista, porque los enemigos de la Iglesia no se dejan seducir y tienen como objetivo su destrucción. Lo mismo se puede decir de la jerarquía española, representada por la Conferencia Episcopal, que le ha reído las gracias a los políticos y periodistas de izquierdas. Ahora están sufriendo las consecuencias de su cobardía e inacción.
Y solo es el principio. El objetivo es acabar con los conciertos en la educación y quitarles la mayor parte de sus bienes como sucedió en Francia. Los obispos son tan miopes que olvidan lo que sucedió durante la Segunda República y le hacen la pelota a la izquierda política y mediática.
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