Día 19 de marzo de 2022. Día del Padre. Jornada de la infamia, de la traición. Fecha que todos los españoles de bien, que llevan al pueblo saharaui en su corazón no olvidarán fácilmente. Pedro Sánchez, presidente socialista del Gobierno del Reino de España, envía una carta al Rey marroquí, Mohamed VI, respaldando la iniciativa que Rabat presentó ante Naciones Unidas en el año 2007, y con ello demuestra, que una vez más, un presidente socialista trata de solventar los problemas diplomáticos con Rabat desde un plano de inferioridad y cesión.
Luis BONETE. Periodista
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Día 19 de marzo de 2022. Día del Padre. Jornada de la infamia, de la traición. Fecha que todos los españoles de bien, que llevan al pueblo saharaui en su corazón no olvidarán fácilmente. Pedro Sánchez, presidente socialista del Gobierno del Reino de España, envía una carta al Rey marroquí, Mohamed VI, respaldando la iniciativa que Rabat presentó ante Naciones Unidas en el año 2007, y con ello demuestra, que una vez más, un presidente socialista trata de solventar los problemas diplomáticos con Rabat desde un plano de inferioridad y cesión.
Comparto de lleno argumentos expresados y leídos en las redes respecto a que no se puede negociar con un tigre cuando tienes la cabeza dentro de su boca. Algunas personas que lean estas líneas entenderán ahora por qué a los ingleses, por ejemplo, no les pasa esto y a nosotros, independientemente del lastre en política exterior que supone cualquier gobierno socialista, sí nos ocurre.
Como escribió Machado: «Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza. Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.
Desde mi punto de vista jamás, insisto, jamás, se debe de adaptar una postura de debilidad en política exterior, y menos aún (experiencias tenemos de sobra) ante un país como Marruecos que no es de fiar, ni lo será jamás; que desea fervientemente invadir territorio español, y que anhela expoliar recursos en sus aguas territoriales (petróleo en aguas de Canarias, por ejemplo). La respuesta a esta actitud rastrera y contumaz del Reino de Marruecos debería de ser contundente (diplomáticamente hablando) y no ceder ni un ápice. Desde mi punto de vista con un control adecuado (subo la verja, bajo la verja, pongo sirga, quito la sirga…), de la frontera sur con Marruecos, se solucionarían todos los problemas de saltos y entradas ilegales de inmigrantes, y de esa manera se le mandaría un mensaje nítido y cristalino al dictador narco-marroquí.
Por otra parte, si dejamos fuera la enorme decepción sufrida por la TRAICIÓN de Pedro Sánchez por quienes amamos, respetamos y reconocemos al pueblo saharaui como legítimo pueblo y con derechos intactos a la independencia, pensándolo bien, no sé qué puñetera validez jurídica pueda tener una simple carta; tampoco estoy convencido que lo plasmado negro sobre blanco le sirva como título de propiedad o escritura del Sáhara Occidental al Reino de Marruecos. No me cabe duda que, a nivel de legalidad internacional, el Sáhara Occidental seguirá siendo un territorio ocupado militarmente por Marruecos, una región en la que, tras 30 de años de alto el fuego, desde el día 14 de noviembre de 2020 se libra una guerra feroz, silenciada por el tirano Rey marroquí con la colaboración de todos los medios de comunicación, y con resultados de decenas de muertos diarios saharauis y marroquíes, estos últimos a los que su Soberano no presta la más mínima atención; satrapismo en estado puro.
La historia nos recuerda, que el abandono del Sáhara Occidental por parte de España en 1975 fue sucedido por la ocupación marroquí al norte y mauritana al sur de la hasta entonces colonia española. Estos tres Estados, Mauritania, Marruecos y España, así lo habían acordado en los Acuerdos Tripartitos de Madrid, declarados posteriormente nulos de pleno derecho, ya que jamás fueron publicados en el BOE.
La gravedad de la decisión adoptada por el presidente Pedro Sánchez, le hace merecedor del apelativo de TRAIDOR HISTÓRICO; por partida doble:
1) Es TRAIDOR HISTÓRICO a su propio partido, al PSOE, ya que no hay que olvidar que el 14 de noviembre de 1976, el que posteriormente se convertiría en presidente del Gobierno de España durante catorce años, Felipe González, visitó los campamentos de refugiados saharauis en el sur de Argelia. «Hemos querido estar aquí para demostraros con nuestra presencia, nuestra repulsa y nuestra reprobación por el acuerdo de Madrid de 1975«, gritó González rodeado de miles de ilusionados y esperanzados saharauis en el aniversario de la firma de esos acuerdos.
Acompañado por Luis Fajardo, Emilio Menéndez del Valle y Enrique Ballester, el líder del PSOE no dudó entonces en dejar constancia del apoyo incondicional de los socialistas a la causa saharaui.
“Nuestro partido –afirmó en los campos de refugiados- está convencido de que el Frente Polisario es el guía recto hacia la victoria final del pueblo saharaui. Y está convencido también de que vuestra república democrática se consolidará sobre vuestro pueblo y podréis volver a vuestros hogares. Sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas: yo quiero, por consiguiente, no prometeros algo sino comprometerme con la Historia: nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final«.
Por si no bastara con el compromiso oral de González, ese mismo día el Partido Socialista y el Frente Polisario emitieron un comunicado conjunto condenando el Acuerdo de Madrid, declarándolo nulo de pleno derecho y denunciando el exterminio del pueblo saharaui.
2) Es TRAIDOR HISTÓRICO a todos los españoles. La mayor desgracia para España en los últimos años en política exterior ha sido el llamado PSOE “sanchista”, y seguimos empeorando: Catalanes, Vascos, Gibraltar y ahora el Sáhara. Si sigue este hombre en el gobierno de España, a continuación vendrán Ceuta y Melilla y…, no descartar Canarias. ¡Pobre España!. Nunca hasta ahora España había reconocido la soberanía de Marruecos sobre ese territorio. El juego de equilibrios no es fácil para España, pero la carta de Sánchez no deja de ser la expresión meridiana y transparente de una cesión y el reconocimiento de una patética claudicación que, a ojos internacionales, nos hace parecer una marioneta o monigote en manos del Rey feudal marroquí.
Confío, confiemos todos en que todo esto cambie tras las próximas elecciones, pero el daño ya está hecho.
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