EL REAL MADRID Campeón 19 años después 74-91

El gran golpe se produjo. Casi 20 años después el Real Madrid volvía al levantar el título copero y para más inri lo hizo en casa de su mayor enemigo y gran favorito. Con Sergio Llull (23 puntos) y Jaycee Carroll (22) en versión estelar se tomó a las bravas un Palau Sant Jordi dominando el duelo desde el principio. Se desquitaron los blancos de las cuatro derrotas en los últimos enfrentamientos, evitando además que los azulgranas hicieran historia con su tercera corona seguida.

Por Lucas SAEZ. Copyright. 2012

Sorprendentemente el Barça amaneció mal en defensa. En cinco minutos había encajado 14 puntos. El Madrid anotaba con variedad: Suárez al poste, Tomic (por primera vez titular en esta Copa), Mirotic y, sobre todo, Llull. El balear, que ya había firmado un espléndido cuarto inicial ante el Banca Cívica, estuvo imparable de inicio. Tuvo que entrar Sada para contenerle. También Navarro para poner orden a las ventajas iniciales blancas. Anotó cinco puntos en un suspiro, pero el Madrid salió triunfante de un buen primer cuarto (17-22), en el que no perdió ningún balón.

La tendencia se mantuvo. El Madrid, concentradísimo, se sentía feliz en la pugna. Había apuntado Laso al rebote como uno de los puntos clave, y se notaba que sus chicos lo tenían en mente: peleaban a muerte en ambos aros. Mediado el segundo cuarto, tras un espectacular mate de Begic, inmenso en la intimidación, a pase de Sergio Rodríguez, Xavi Pascual tuvo que pedir tiempo con la máxima en el marcador (23-32).

Al Barça le costaba dar con la tecla en ataque. Más fallos de lo habitual que otorgaban moral al grupo de Pablo Laso, con el único pero de que se cargaba de faltas (Begic hizo la tercera). Sólo N’Dong andaba fino, haciendo daño en el rebote ofensivo. Así las cosas, una canasta de Felipe Reyes elevó la máxima (25-36, min. 17). Recortó el Barça, pero un triple sobre la bocina coronó la gran primera mitad de Llull en particular y del Madrid en general, que había hecho todo casi perfecto (33-42).

A la vuelta de vestuarios, el Barça elevó el nivel defensivo, empezó a ser él mismo, como no podía ser de otra forma. El partido se volvió una preciosa batalla, en la que el Madrid intentaba responder los golpes azulgrana, que se crecían espoleados por un Sant Jordi con mayoría culé. Dos triples seguidos de Lorbek metieron de vuelta definitivamente a los de Pascual en el partido (51-52). Aunque Carroll, tras el tiempo muerto, anotó seis puntos consecutivos para volver a estirar la cuerda. Tensión máxima, incluso con los árbitros, que llenaban de picante una final que recordaba a otros tiempos de igualdad. Y, de nuevo Llull de tres sobre la bocina, héroe con 20 puntos a esas alturas, para mantener al Madrid con todas las esperanzas antes de entrar al momento de la verdad (56-64).

Y, de repente, el Madrid se sintió campeón. Emergió Carroll con ocho puntos consecutivos al inicio del último cuarto para saltar la banca y poner la Copa patas arriba (56-73). Quedaban menos de ocho minutos y la final ya sólo la podía perder el Madrid. Pero no, era imposible, los blancos estaban en estado de gracia, pletóricos, confiados, perfectos. Era al Barça, tantas veces campeón últimamente, al que no le entraba nada, el que se ahogaba en frustración viendo como el killer mormón les desangraba en un último cuarto para el recuerdo. La distancia creció incluso hasta los 20 puntos a falta de 3:30 (65-85), cuando ya, a esas alturas, había un campeón en el Sant Jordi. Quien lo hubiera dicho, contra todo pronóstico, tras dos finales perdidas, el Madrid triunfo para seguir siendo el rey de Copas.

El valor del triunfo blanco en la Copa se lo da el paso del tiempo, 19 años sin levantar el título, y también la amargura de un debe con dos finales perdidas en los última época contra el gran enemigo Barça (2011 en Madrid; y 2010, en Bilbao). Por eso, la plantilla blanca entró en éxtasis después de saborear uno de sus triunfos más dulces en una sección histórica con diversos ‘vaivenes’, como ‘hermano pobre’ del fútbol. Y con el ‘presi’ a la cabeza. Porque Florentino Pérez fue uno más en la celebración en vestuarios repartiendo abrazos y felicitaciones a todos. Se le vio entrar con los brazos levantados, con la felicidad pegada al rostro… y hasta ‘achuchando’ y ‘botando’ con el base Sergio Rodríguez. ¡Qué foto! Un gran día de la canasta. Hasta Rudy Fernández, escolta hoy en los Nuggets y compañero de los blancos este curso hasta la resolución del cierra patronal en la NBA, se sumó a las felicitaciones desde su twitter pesonal.

Rudy Fernández vió el partido por televisión desde EEUU y resumió su alegría compartida con un: «Felicidades chicos!». Quien es una de las grandes estrellas del baloncesto español aseguró que había sido «un partido muy serio del Real Madrid» frente a uno «de los mejores equipos de Europa». No quisó olvidar tampoco el planteamiento del técnico madridista, Pablo Laso, y la labor de sus ex compañeros sin personalizar el éxito en ninguno en particular.

El agradecimiento de Pablo Laso

Sergio Llull, que firmó un partido soñado, no soltaba la Copa que tanto le había costado recuperar a su club (la segunda desde la era ACB y la 23ª en total). Las cámaras tampoco perdían un instante detrás del gran héroe blanco junto a Jaycee Carroll, porque el alero mormón fue el otro gran estilete ofensivo sobre el que se edificó un triunfo revitalizante para la sección que dirige Alberto Herreros. No paraba el americano un minuto quieto, de lado a lado, excitado por su primer éxito desde su llegada este curso procedente del Gran Canaria. El responsable de la sección, Alberto Herreros, fue rotundo en sus primeras palabras: «Ha salido todo perfecto. El Madrid ha hecho un partidazo».

Super-Llull, héroe con 23 puntos (con cinco triples de siete intentados) y con la muñeca caliente en los momentos de la verdad, analizaba también en caliente la gran victoria de los blancos. Sonrisa de oreja a oreja: «Hacía demasiado tiempo y es algo increíble. Todo el equipo ha estado de 10», comentaba el menorquín, líder espiritual en un tarde perfecta, con una garra y una puntería digna del MVP de esta edición. Fue el menorquín el elegido para cumplir del ritual de cortar las redes de ambas canastas del Palau Sant Jordi ante la euforia de 500 seguidores blancos en las gradas. Pocos, pero contentos hasta decir basta.

El técnico Pablo Laso, el sustituto de Lele Molin, se mostraba también eufórico en los micrófonos de TVE con la emoción entrecortando palabras de agradecimiento a los suyos: «Estoy… Muy contento, tampoco tengo muchas palabras. Ser campeón es muy bonito, porque es un torneo especial. Me alegro muchísimo por los chicos, que lo han merecido».

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