A la espera de la próxima purga, de la última batalla por quíteme ahí un trans, un gato con más derechos que un ser humano, o un maltratador de mujeres libre de prisión, recogemos aquí un breve vocabulario podemita.
Por Carlos GARCÍA-MATEO
Se trata de vocablos imprescindibles para que el lector curioso obtenga así un preciso conocimiento de aquel mundo nacido (formalmente) en 2014 y que ha enriquecido extraordinariamente el léxico político. Actualizado a día de hoy, no se descartan próximas ediciones ampliadas.
Animalismo. Doctrina exaltada que busca igualar en derechos a todos los animales de la Tierra. Se prevé que en detrimento de los seres humanos, en particular de las mujeres que sean víctimas de maltrato, pues el delito y la pena se verán igualados al caso de maltrato a, pongamos, un gatito.
Ayuso. Musa de la derecha, es un caso freudiano para la izquierda. Centro de todas sus iras, representa en realidad un oscuro deseo, el drama de que esa mujer con desparpajo, formas de barrio madrileño y chupa de cuero no pertenezca al mundo podemita y sí al tenebroso de la derecha.
Derecha. En realidad hablar de la derecha a secas no interesa a Podemos. Sin el adjetivo «ultra» que la preceda la palabra deviene ya tibia, incapaz de tensar el espíritu y los genitales políticos de la militancia.
Escrache. Bonita e inmaculada manera de ejercer la democracia directa. Es decir, impedir que unos fascistas como Begoña Villacís, Cayetana Álvarez de Toledo o los estudiantes de S’ha Acabat! puedan ofrecer una charla en algún foro. El escrache comenzó como una estrategia leninista de hostigamiento a políticos del Partido Popular, aunque en la actualidad, muy popularizado, incluso se ha extendido a los propios camaradas. La Historia tiene esos giros.
Fascismo. Gracias a la formación fundada por Pablo Iglesias, el fascismo ha salido de sus catacumbas para volver a campar por todos los rincones de España. El fascismo, como aquel de los años 30 del siglo pasado, es ubicuo. Puede estar dentro de un chuletón de buey, en un chaleco plumífero, en Tamara Falcó o en una anciana a la que han okupado la vivienda.
Feminismo. Última víctima de las ideas y ocurrencias legales podemitas, fue un movimiento de larga tradición que buscaba la igualdad entre hombres y mujeres. Actualmente, se le da ya por prácticamente desaparecido tras los demoledores embates de la ministra Irene Montero.
Franco Bahamonde, Francisco. Militar y dictador español cuyo régimen habría desaparecido tras su muerte y la posterior aprobación de la Ley para la Reforma Política, en 1976. Sin embargo, pasados 40 años de democracia, la inteligencia y sagacidad podemita hizo ver a los españoles que seguían viviendo, hipnotizados, bajo la vieja dictadura del general.
Galapagar. Emulación de la dacha que todo capitoste del PCUS poseía en el campo, el matrimonio Iglesias se hizo con este chalet situado a las afueras de Madrid. Dotado de servicio doméstico y protección policial, ha sido el hogar de la pareja y su linaje hasta la reciente huida del hombre a catalanes sitios.
Higiene. Fue durante una sesión parlamentaria cuando el líder morado (en un sentido sólo político, queremos pensar) se presentó desarrapado, con una camisa perceptiblemente sobada y el cabello, digamos, apelmazado. Todo el fascismo se abalanzó sobre él, haciendo alusión a la higiene, o falta de ella. Pero Iglesias marcaba un camino estético y, sobre todo, ético: el jabón y los detergentes son altamente contaminantes y se fabrican quebrantando cualquier principio de ecología y sostenibilidad ambiental. Y, aun así, dicen las malas lenguas que el ambiente en la sala, tras un rato, quedó francamente enrarecido.
Jueces. Pérfido conjunto de señores togados, última resistencia del Fascio del 78 (o Régimen del 78), empeñado en hacer cumplir las leyes malas, o sea, aquellas que no ha elaborado Podemos.
Matria. Penúltimo invento del léxico podemita, se trataría, según palabras de Teresa Rodríguez, «de algo que cuida, que trata por igual a todas las partes, que no discrimina a nadie». «Son los hospitales, son las escuelas, es la ayuda a la dependencia, el apoyo a las familias vulnerables. Esa es la matria». Es decir, y a riesgo de parecer demasiado convencionales, es el Estado con un nuevo nombre más chuli.
Niñes. El mundo entero tembló de emoción al escuchar a Irene Montero pronunciar tal palabro. Fue un momento de enorme transcendencia histórica, de inconmensurable ingenio. Al fin alguien había encontrado un modo de justicia para ese género abstracto que desafía a la biología. La biología, por si no lo saben, también es una cosa fascista, quizás la más fascista de todas. Después de eso, los libros de texto y muchos maestras, maestros y maestres comenzaron a llenar de confusión sexual las cabecitas de los mocosos. Y así andan, pidiendo hormonarse a los diez añitos.
Okupa. Especie de héroe que basa su acción en meterse en casa ajena, cambiar la cerradura, pinchar el suministro y vivir sin pagar un duro de alquiler. Naturalmente protegido por la legislación, es una avanzadilla de ese mundo más justo que Podemos pretende alcanzar. En Cataluña, tierra de grandes esperanzas, el héroe okupa campa a sus anchas.
Paella estilo Honecker. Receta misteriosa elaborada por el ministro de Consumo, Alberto Garzón. No se conocen bien los ingredientes, pero sí su espíritu: debe cocinarse portando una sudadera conmemorativa de la República Democrática Alemana.
Refugio climático. Gran hallazgo de la alcaldesa de Barcelona, Inmaculada Colau. Ante la emergencia climática y el fin del mundo, consiste en clavar un cartelito bajo un árbol que indica, para los despistados, que se encuentran en un salvífico «refugio climático». Vamos, a la sombra.
Señoro. Lo contrario al hombre blandengue, al hombre que ha asumido su culpa antropológica y va por ahí portando la bolsa de la compra y abominando de su propia naturaleza. Un señoro es un anacronismo empecinado, se resiste a cambiar, sigue luciendo corbata, toma copas con otros hombres y abre la puerta a las mujeres en los restaurantes.
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