Quizás este que ahora se inicia, sea uno de los episodios juntaletras más complicado de los que a lo largo de mi experiencia vital he tratado de construir. Dar sentido, ritmo y color…, hacer atractivo para el lector este escrito que, ciertamente, no sé dónde va a llegar, me da cierta congoja y apuro; pido a las musas (¿existen?) que me orienten, faciliten que disponga negro sobre blanco una serie de sentimientos muy íntimos que afloran y que afectan, según mi leal saber y entender, a la figura y bonhomía de una gran persona, irrepetible profesional al que me une, sobre todas las cosas, una lealtad formidable.
Por Luis BONETE. Periodista jubilado. Coyright-2023
Conocí a Federico Gómez hace muchos, muchos años; ya ni recuerdo exactamente cuando. Sí hago memoria, caigo en la cuenta que la primera vez que oí hablar de él fue en aquel fatídico mes de septiembre de 1990, un mes que tiñó de luto y tristeza a nuestra ciudad. Profesionalmente, yo era un esbozo de periodista al que le tocó la mala suerte de inaugurar su trayectoria con semejante terrible suceso. Federico Gómez era por aquel entonces médico forense, y sobre sus espaldas cayó la responsabilidad científica de esclarecer lo acontecido.
Poco tiempo después, no recuerdo con precisión, pero no muy tarde, quiso el destino que nuestros itinerarios profesionales confluyeran; él como flamante Intendente Jefe de Policía, y yo como delegado local de La Tribuna de Albacete.
Aseguran quienes bien saben de qué va el pampaneo, o por lo menos eso avalan, que dos personas no pueden llegar a quererse (en el sentido significativo amplio del verbo) hasta conocerse. En el caso de Federico y quien esto escribe así sucedió, pero con matices importantes: él, qué remedio, tuvo que situarse, pasar de la conducta del oficio médico al policial (ahí es nada!!!), y un servidor, no solamente situarme, sino aprender un quehacer, ser testigo de la realidad social de la ciudad y contarla día a día, y para la posterioridad, de forma y modo adecuado.
Así las cosas, poco a poco, se inició una relación estrictamente profesional que yo definiría más que fértil. Ambos evolucionamos casi al mismo tiempo mientras que el día a día nos llevaba de la mano de la forma más natural y sencilla: Federico imponía su impronta, se calentaba la cabeza y trabajaba…, trabajaba, y yo lo contaba; eso sí, lo que él quería que contara, porque como buen policía siempre marcó la distancia informativa correcta que debe de haber entre un profesional de la información y otro dedicado en cuerpo y alma y responsable de la seguridad local.
Y fueron pasando los años. Y lo que al principio era una correcta relación profesional…, lo siguió siendo, y hubo luces, y hubo sombras. Ah!!, pero el destino es caprichoso, y como si nada, o por el llamado arte de birlibirloque, se fraguó entre nosotros la amistad, un vínculo afectivo que a Federico y a mí nos unió y nos unirá para siempre a través de la afinidad, la confianza, la lealtad y la reciprocidad.
No quiero extenderme mucho, y menos aún hacer una glosa de la ya más que conocida herencia profesional, absolutamente increíble e irrepetible que Federico Gómez lega a los almanseños tras duros años de entrega a la seguridad de Almansa, pero sí quiero destacar hoy, aquí y ahora que, entre el cúmulo de humanas aptitudes que llenan la mochila de mi amigo Federico Gómez, despunta su municipalismo. Es ahí, en esa ralea, donde ciertamente hay que beber para poder entender su trayectoria profesional; a mi juicio, nada hubiese sido igual, ni para él ni para Almansa, de no ser porque Federico Gómez es un firme defensor, un convencido de la política ideológica que tiene como objetivo proporcionar una mayor autonomía a los municipios. Chúpate esa Manolita!!.
Podría contar, contar y contar…, miles de anécdotas y situaciones por las que Federico Gómez y Luis Bonete han transitado juntos en los muchos años de mutua colaboración profesional, pero no es el caso. Me las guardo. Son nuestras cosas. Él las sabe, yo las conozco y con eso basta. Solamente diré que el colofón a nuestra amistad se consagró hace tan solo unos días, de la mano de mi otro gran amigo Iban, al darme de alta en la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil de Almansa, así pues, ahora Federico Gómez no es solamente alguien a quien respeto y admiro, sino que se ha convertido en mi JEFE.
Termino. Me cuenta Federico Gómez que se jubila. ¡Cuánto te echarán de menos los almanseños!. Asevera también que tiene vida (lo certifico) y yo que me alegro, y como quien esto escribe ya está jubilado y sabe de lo que habla, emplazo a mi amigo del alma (cuasi vecino físico de retiro) a comenzar su nueva etapa mirando de frente al nuevo tiempo que le espera: cercanía a su querida María José, a su familia, amigos y, sobre todo, lo apercibo a recoger la generosa cosecha de todo aquello que ha sabido cultivar a lo largo de sus muchos años de servicio y entrega a los almanseños.
DRAKARIS!!!!!
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