La papeleta de sitio
«…, de todos es sabido que las manifestaciones públicas culturales o religiosas dirigidas por organizaciones debidamente reglamentadas (o no) conllevan unos gastos que van desde el mantenimiento anual de gestiones administrativas y financiación, hasta la plasmación ornamental del sentir de sus ideales y fines. En este caso, se trata de manifestaciones públicas religiosas, cuestiones estas, de fe y testimonio de compromiso social y humano. Y más concretamente se hacen realidad en lo que, para las Hermandades y/o Cofradías, se denominan Estaciones Penitenciales, y que se encuadran en la celebración de la Semana Santa Cristiana. En el caso de nuestro país, católica, apostólica y romana…».
Por Javier MACIÁ. Cofrade. Copyright-2024
De todos es sabido que las manifestaciones públicas culturales o religiosas dirigidas por organizaciones debidamente reglamentadas (o no) conllevan unos gastos que van desde el mantenimiento anual de gestiones administrativas y financiación, hasta la plasmación ornamental del sentir de sus ideales y fines. En este caso, se trata de manifestaciones públicas religiosas, cuestiones estas, de fe y testimonio de compromiso social y humano. Y más concretamente se hacen realidad en lo que, para las Hermandades y/o Cofradías, se denominan Estaciones Penitenciales, y que se encuadran en la celebración de la Semana Santa Cristiana. En el caso de nuestro país, católica, apostólica y romana.
Así pues, es necesario explicar en parte, como se sufragan estos gastos y de donde sale el dinero para conseguir el fruto de una procesión en su máximo esplendor.
Ni que decir tiene que una de las funciones de las Juntas de Gobierno es enfocar la mayor parte de sus esfuerzos en asegurar la celebración de la Estación Penitencial, salvo que la climatología lo impida, y para ello necesita el presupuesto necesario a través del cual adquirir, los ornamentos necesarios que van, desde las flores que adornaran los tronos, pasando por la cera que iluminara la procesión, hasta el acompañamiento musical si procediera en su orden de salida.
En esa lógica, el gasto se dispara en función de los hermanos que procesionan, de los tronos que salen y de los músicos que tocan, sin dejar de lado el ánimo de la propia Hermandad, por engrosar a voluntad propia el presupuesto para aumentar el enriquecimiento visual de la propia procesión.
Tres son las fuentes principales de ingresos que una Hermandad puede tener, y no varía mucho de cualquier otra organización sociocultural. Las cuotas de los hermanos cofrades, las papeletas de sitio, y los donativos de los fieles. Al margen quedan, para la narrativa de hoy, las posibles subvenciones municipales y los ingresos extras por actividades como las loterías.
Una polémica que pudo alcanzar la eternidad
LA PAPELETA DE SITIO. En concreto, la papeleta de sitio, suponía para la celebración de la procesión un aporte de dinero extra, que cubría buena parte de los gastos. Pero ¿qué es y para qué sirve?
Es necesario explicar cómo se desarrolla u organiza la salida penitencial para entender la funcionalidad del documento en cuestión. Y para ello de nuevo hay que mencionar a las grandes cofradías que salen a las calles en la región andaluza, pues su gran número de participantes justifican la existencia de esta licencia, que se otorga al cofrade para ese día, esa hora y ese sitio que ocupara en el transcurrir del recorrido. Es decir, como es y se organiza una procesión de Semana Santa.
Abre la procesión de forma general una Cruz de Guía, que es portada por un hermano cofrade en penitencia. Puede o no, seguir un estandarte, y tras ellos los hermanos cofrades en procesión, cerrando el protocolo las autoridades y fieles que no vistan habito, y acompañan la manifestación. Las imágenes circulan por orden de titularidad, así que, en primer lugar, lo hace la que da nombre a la Hermandad, y seguidamente las demás, incluso aunque no sean titulares, pero obtengan permiso para hacerlo, dependiendo del reglamento y estatutos por los que se rija la entidad religiosa.
La papeleta de sitio indica el lugar en que ha de colocarse el propietario del documento acreditativo como participante en la procesión.
Si la participación es multitudinaria, como es el caso de las procesiones andaluzas en las que se alcanzan cifras de hasta 4000 hermanos en procesión, se establecen por la junta de gobierno los conocidos tramos, que son vigilados por un Hermano de cierta veteranía y que recibe el encargo del tramo. La tradición y el fervor se encargan entonces de localizar a los cofrades, ya que habrá devotos del paso de Cristo, los habrá del paso de Virgen y como no, de Costalero.
Pero en Almansa, no se dan esos casos. La participación es reducida. Y a pesar de que, y para ver un ejemplo, mi número en la Hermandad del Calvario es el 66, los participantes en aquellos años fueron creciendo junto a la expectación. La organización era de dos tramos cortos, dos imágenes procesionando sobre tronos de tipo castellano, con paso andaluz y la tristeza silenciosa, de tres músicos bien avenidos.
Hasta aquí bien. Pero se preguntará el lector ¿Dónde está la polémica? Hay que acudir a la cuestión de fe.
A fin de recaudar fondos para mantener la hermandad, poder realizar la estación penitencial y si sobraba destinarlo a donativos o fines sociales, la Junta de Gobierno del Calvario exigía la adscripción como hermano de cuota y el pago obligado de la papeleta de sitio (donativo). Y es aquí donde chocan Dios y el diablo, el dinero y la fe, el laicismo y la Iglesia.
La postura de muchos costaleros que colaboraban era clara, no pagarían por ayudar porque consideraban la fe una cuestión personal, que no podía cambiarse por dinero. Y en justicia razón no le falta a quien opine de esta forma. ¿he de pagar para manifestar que soy cristiano?
Esta polémica se saldó positivamente mediante un acuerdo, fruto de la iniciativa que, el por entonces Capataz Ángel Infantes, sugirió a la Junta de Gobierno, la cual ofreció a los hombres cargadores la posibilidad de colaborar con la ornamentación del trono. Y a costa de sus carteras, se compraban los claveles que adornaron durante 19 años los pies de Cristo agarrado a la Cruz.
En años posteriores, y con la entrada en juego de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli. Este debate se haría más presente y constante, cuestión esta que propicio una iniciativa de asociación de costaleros por parte de quien escribe y que nunca llego a término. Pero esa es otra historia que no contaré hoy.
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