Diez años sin Jesús del Calvario en Almansa (XIV)

ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

«…, las conclusiones positivas del balance que la Interparroquial realizó tras la celebración de la Semana Santa del 2010, no podían evitar la crisis que los hechos acaecidos en la estación penitencial del Viernes Santo habían propiciado…»

Javier MACIÁ. Copyright

Las conclusiones positivas del balance que la Interparroquial realizó tras la celebración de la Semana Santa del 2010, no podían evitar la crisis que los hechos acaecidos en la estación penitencial del Viernes Santo habían propiciado.

Con el cese de Ricardo Milán como capataz del paso de Medinaceli y el Cristo de la Buena Muerte, a la Junta de Gobierno de esta cofradía se le presenta un problema que ha de solucionar cuanto antes. No tarda Luis Bonete, cabeza visible, en ponerse manos a la obra, y previamente a las vacaciones veraniegas, se dirige a mi, para comunicarme que me va a proponer como nuevo capataz de los pasos de la entidad religiosa.

Por entonces, andaba yo trabajando fuera de Almansa como vigilante de seguridad para Prosegur, en una subestación del AVE (Madrid-Cuenca-Valencia, en construcción) y mi calendario laboral me permitía disfrutar de días de descanso seguidos, de manera que podía dedicarle tiempo a la entrevista con el Hermano Mayor y tomar una decisión. El día de la cita, y tras escuchar su propuesta y agradecer su confianza, lo primero que hice fue advertirle de la posible contraindicación de la invitación, dado que en esos momentos colaboraba con la Hermandad del Calvario, como Teniente de Hermano Mayor y representante en la Agrupación Interparroquial de la misma, junto a mi hermano costalero Juan Carlos Matea (RIP). Así que mis palabras, que hoy las recuerdo y literalmente las transcribo, fueron que me dejara primero comunicar esta iniciativa a la junta de gobierno del Calvario y que me diera tiempo para asimilar tan alto honor y poder decidir en consecuencia.

Me pidió por favor premura, y que utilizase las vacaciones para consignar mi postura, no sin antes recordarme que el calendario debía ajustarse previo a la Asamblea que se celebraría a primeros del otoño como la Cofradía tenía costumbre, tras la celebración del día del patrón de Almansa, San Francisco de Asís. Y así quedamos en acuerdo.

Sabido esto, mi primera decisión fue comunicarme con Ángel Infantes, Hermano Mayor del Calvario y con Jesús Yáñez, mi capataz. Tres fueron los capítulos y acontecimientos que surtieron de esta pequeña polémica, disyuntiva o diatriba, como quiera el lector entenderlo.

Un primer escenario se desarrolló en un almuerzo de la junta de gobierno, en la que expuse los motivos que habían forzado a Luis Bonete a proponerme como capataz de Medinaceli. A mi saber y entender: primero, Luis Bonete sabia de mi pasado legionario, lo que nos encuadraba como hermanos de armas; segundo, también conocía mi posición en la junta del Calvario y mi alta participación con el proyecto del certamen de pintura infantil; tercero, conocía mi veteranía en cuanto a las procesiones y cuarto, apoyó la creación de la fallida Asociación de Costaleros y pensaba que las dos Cofradías podían colaborar y apoyarse mutuamente para asegurar la celebración de las estaciones penitenciales.

Al margen quedan las investigaciones particulares e impresiones personales que recabara para obtener información sobre mi persona. Las desconozco y poco me importan. Voy a obviar en este momento el resultado de aquella primera reunión en la que sin lugar a dudas se me pidió, en última instancia, que no conjugara mi colaboración a dos bandas y permaneciera fiel a la hermandad del Calvario

El segundo acto de este teatro jerárquico tiene lugar a primeros del mes de mayo. Ángel Infantes me llama y me invita a viajar hasta Cádiz, para participar de un día de convivencia con la Hermandad encargada de procesionar a la Virgen de Trille “La pastora”. Acepto encantadísimo y acudo a la cita. No voy a relatar en estos momentos aquel ilusionante viaje, ya lo hice en su día y así lo publiqué en “semanasantadealmansa.blogspot.com” como también está narrado en mi libro “Vida, amor y muerte (poemario)”.

A pesar de la locura del viaje, del regocijo, de la experiencia religiosa que supuso poder participar como costalero en un paso andaluz, el balance emocional y personal del envite, se saldó con la tristeza de quien pierde un trozo del corazón. De nuevo, en las conversaciones mantenidas a lo largo del día con los convivientes, surgió la exigencia del compromiso, atestándome de forma metafórica una espada en el pecho que me aplastaba contra la pared. Como si hubiera que elegir entre ser del Barcelona o Real Madrid, en lugar de tener en todo momento a Cristo, como único ejecutor de esta liga.

El tercer y último encuentro con la vicisitud en cuestión, tiene si cabe más malabarismo que un acróbata en álgida escenificación. Rebosa astucia, ardiles y roza la conspiración. Para mi sorpresa, Luis Bonete a la sazón delegado en Almansa de La Tribuna de Albacete, publica en fechas previas a la Asamblea Ordinaria de la Cofradía de Medinaceli, mi candidatura como capataz. ¿Legalmente? Si, ya que es una decisión de la Junta de Gobierno y derecho tenían de publicar tal coyuntura y noticia, con lo que se daba por zanjado a todas luces frente a los hermanos cofrades, el problema de la vacante de capataz para la Semana Santa del año 2011.

Sin lugar a dudas esta gota terminó de colmar el vaso que se había ido llenando durante el periodo estival, y provocó una nueva reunión en las entrañas del Calvario, que desembocó en mi renuncia como Teniente Hermano Mayor y representante en la Interparroquial. Constancia escrita de este proceso mediante cartas, existe y mantengo copias de ello.

Practicada esta diligencia, el siguiente paso era confirmar a Luis Bonete que aceptaba la candidatura. Lo hice a gusto y decidido, no sin antes denunciar ante su persona, mi disconformidad por los actos públicos de anunciación que habían emprendido desde la Junta de Medinaceli, al empoderarme de manera fáctica en el puesto de capataz desde la prensa escrita, que el mismo manejaba.

Aceptar la candidatura no hacía otra cosa que reafírmame en la necesidad de colaborar con las dos hermandades, algo que, recordará el lector estaba en el ADN de la Asociación de Costaleros que el escribiente predicaba y demandaba, años antes.

En lo personal, me resta expresar que no había sentido la sensación de ser subastado, desde los tiempos en que fui miembro y festero, dentro del organigrama jerárquico de las fiestas patronales almanseñas. Pero no con un matiz literal y despectivo, subastado a cambio de dinero. Mas cierta era, una sensación de disponibilidad, de actitud abnegada, dedicación al trabajo colaborativo por sacar adelante proyectos y conseguir realizarlos, en definitiva, una entrega desinteresada por la fe en Jesucristo y su palabra.

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