VOLUNTARIO

VOLUNTARIO (RAE) “… persona que, entre varias obligadas por turno o designación a ejecutar algún trabajo o servicio, se presta a hacerlo por propia voluntad, sin esperar a que le toque su vez….,. También “…, dicho de un acto: que nace de la voluntad, y no por fuerza o necesidad extrañas a aquella…”. O “…, que se hace por espontánea voluntad y no por obligación o deber”.

Una vez realizado, con “aprovechamiento” eh?, el XXII Curso de Formación Básica para Voluntariado de Protección Civil, y recibida la pertinente credencial por parte de los responsables de la Escuela de Protección Civil de Castilla-La Mancha, así como la “oficial” bienvenida a mi agrupación de manos del concejal responsable del área, me apetece sentarme frente a mi ordenador y escribir unas líneas en las que dar a conocer, no solo mis personales sentimientos sobre mi pertenencia al voluntariado almanseño de Protección Civil, sino tratar de hacer una pequeña, pero sentida ponderación sobre lo que desde mi punto de vista significa prestarse a ser voluntario. Quizás esto que hoy escribo no fascine lo necesario, que por el contrario, sirva para menear alguna que otra conciencia, joven, mediana o jubilada, o incluso no descarto que hayan personas que, tras echárselas al coleto, piensen algo así como “…, ¿y a mí que me importa lo que decida hacer Luis Bonete con su vida?. A todos ellos, y sin resquemor alguno, van dedicadas estas letras.

Luis BONETE  Periodista. Copyright-2025

VOLUNTARIO (RAE) “… persona que, entre varias obligadas por turno o designación a ejecutar algún trabajo o servicio, se presta a hacerlo por propia voluntad, sin esperar a que le toque su vez….,. También “…, dicho de un acto: que nace de la voluntad, y no por fuerza o necesidad extrañas a aquella…”. O “…, que se hace por espontánea voluntad y no por obligación o deber”.

Una vez realizado, con “aprovechamiento” eh?, el XXII Curso de Formación Básica para Voluntariado de Protección Civil, y recibida la pertinente credencial por parte de los responsables de la Escuela de Protección Civil de Castilla-La Mancha, así como la “oficial” bienvenida a mi agrupación de manos del concejal responsable del área, me apetece sentarme frente a mi ordenador y escribir unas líneas en las que dar a conocer, no solo mis personales sentimientos sobre mi pertenencia al voluntariado almanseño de Protección Civil, sino tratar de hacer una pequeña, pero sentida ponderación sobre lo que desde mi punto de vista significa prestarse a ser voluntario. Quizás esto que hoy escribo no fascine lo necesario, que por el contrario, sirva para menear alguna que otra conciencia, joven, mediana o jubilada, o incluso no descarto que hayan personas que, tras echárselas al coleto, piensen algo así como “…, ¿y a mí que me importa lo que decida hacer Luis Bonete con su vida?. A todos ellos, y sin resquemor alguno, van dedicadas estas letras.

Siempre me he sentido muy cerca de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil de Almansa (en adelante, y para ahorrar, y por aquello de la pronunciación, me referiré a la entidad con el particular acrónimo AVPA). Durante mi trayectoria de más de 30 años como periodista en activo, fueron innumerables las coberturas y colaboraciones realizadas entre un servidor y AVPA, todas ellas traducidas en publicaciones: efemérides, actos instituciones, recepción de material, simulacros de rescates, fundación de la sección Lince, emergencias de cualquier pelaje como lluvia, inundaciones, viento, nieve, accidentes, incendios…, y siempre, siempre en todo momento, en cualquier circunstancia fui bien acogido y amparado, incluso protegido cuando fue necesario, digamos también, que hubo especiales momentos que guardo en mi memoria en los que me consideré y consideraron un voluntario más sin hacerlo sentir, generosamente. Siempre de la mano de los “jefes” Juan Miguel, Federico y ahora Ibán, y sin olvidar a un buen puñado de compañeros voluntarios, poco a poco, ya jubilado, con el apoyo de Carmen y como me va mucho la marcha, me llegó el convencimiento que debía pedir mi ingreso…, que me concedieron sin trabas, sin  problema alguno y desde hace año y medio. No me explayaré en mi trayectoria vital oficial en la AVPA sencillamente porque no la tengo, porque soy un puro novato, un recién llegado; no quiero aburrir ni personalizar, y porque con lo antes explicado considero que el posible lector ya se hace una idea sobre mi pertenencia a AVPA.

El trabajo de los voluntarios tiene un poder transformador que se extiende en dos direcciones: hacia las personas que reciben la ayuda y hacia los propios voluntarios. Nadie me puede hacer cambiar de idea que cuando alguien decide ofrecer su tiempo y esfuerzo para apoyar a quienes lo necesitan, no solo cambia la vida de quien recibe esa ayuda, sino que también genera un impacto profundo en la propia vida del voluntario.

Por un lado, quienes reciben la ayuda pueden ver transformada su situación de vida gracias al apoyo emocional, físico o material que se les brinda. Ya sea en un refugio, emergencias, una organización benéfica o una iniciativa comunitaria…, es indudable que, en líneas globales, los voluntarios suelen ser el lazo de conexión que ofrece esperanza, solidaridad y una sensación de que no están solos. Este tipo de apoyo puede mejorar la situación general de los beneficiados, proporcionarles herramientas para superar momentos difíciles o incluso abrir puertas a nuevas oportunidades.

Una vez llegados hasta aquí, es importante resaltar, lo sé por propia experiencia, que los voluntarios experimentamos una profunda satisfacción al poder contribuir a mejorar la vida de otros. A menudo, nos sentimos motivados por un propósito mayor, que nos permite trascender las preocupaciones cotidianas y conectarnos con lo que realmente importa. El trabajo voluntario también nos brinda la oportunidad de aprender nuevas habilidades, desarrollar empatía, ampliar la perspectiva sobre el mundo y crear conexiones humanas valiosas. Es incuestionable, y esto que afirmo lo he comprobado en la AVPA, que muchos voluntarios (ojalá y a mí me ocurra más pronto que tarde) demuestran con sus actos un crecimiento personal significativo, tanto en términos de autoconocimiento como en su capacidad para relacionarse con los demás. La conclusión en última instancia, es la demostración que el trabajo voluntario no solo cambia a las personas que reciben la ayuda, sino que también transforma a quienes decidimos ser parte activa de la solución, haciéndonos más conscientes, compasivos y comprometidos con nuestro entorno.

Concluyo este trabajo con una breve reflexión sobre lo que significa, desde mi punto de vista, ser voluntario de Protección Civil. La satisfacción que experimenta quien forma parte de Protección Civil, coincide con la generalidad de los argumentos esgrimidos en la primera parte de mi escrito, y surge principalmente de la capacidad de ayudar de manera tangible en momentos críticos. Ya sea durante una catástrofe natural, un accidente o una emergencia de salud pública, los voluntarios y profesionales de esta institución tenemos el poder de marcar la diferencia, a menudo salvando vidas (hace bien poco hubo un ejemplo tangible en la Subida a la Casa Alfonso) o minimizando daños. El trabajo no solo es esencial en términos materiales, sino que también tiene un valor emocional profundo, ya que quienes formamos parte de Protección Civil sabemos, nos preparamos, para que nuestra presencia en momentos de crisis sea vital de cara a restaurar la calma y dar esperanza a los afectados.

Más allá de los eventos de emergencia, pertenecer a Protección Civil también significa pertenecer a una red de solidaridad, cooperación y apoyo mutuo. La colaboración con otros miembros del equipo, las organizaciones y la comunidad en general genera un sentido de unidad que alimenta el espíritu de servicio. La formación continua y el trabajo en equipo fortalecen tanto las habilidades profesionales como las relaciones humanas, creando un ambiente en el que los valores de la solidaridad y la empatía se convierten en la base de todo lo que hacemos, pese a que en muchas ocasiones somos muy incomprendidos…, allá cada cual con sus historias, porque nosotros nunca cejaremos en nuestra responsabilidad.

Finalizo: La gratitud generalizada que recibimos los voluntarios de Protección Civil, la sensación de hacer el bien por el bien mismo y el conocimiento de que, en situaciones límite, uno puede ser un pilar de apoyo, son nuestras mejores recompensas, unas preseas  que van más allá de cualquier otro reconocimiento.

En resumen, la satisfacción que en estos momentos experimento de pertenecer a Protección Civil es un reflejo de cómo, en la medida de los posible y según capacidades,  el servicio desinteresado y la dedicación hacia los demás no solo transforma la vida de quienes reciben ayuda, sino que también enriquecen a quienes eligen formar parte de esta noble labor. Es un camino de crecimiento personal y colectivo, que, sin duda, deja huella en el corazón y la vida de quienes lo transitan. Si sientes la llamada…, te recibiremos con los brazos abiertos.

OMNIA VINCIT LABOR

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