BELÉN GARIJO, CEO DE MERCK

La niña que quería ser Marie Curie y se soñaba con bata blanca, en un hospital, velando la cama de un paciente, alcanzó el éxito cuando abandonó su vocación. Fue, como ocurre en estos casos, empujada por las circunstancias. ¿Qué es el éxito sino un chispazo de imprevisión?

Luis BONETE-2025

La niña que quería ser Marie Curie y se soñaba con bata blanca, en un hospital, velando la cama de un paciente, alcanzó el éxito cuando abandonó su vocación. Fue, como ocurre en estos casos, empujada por las circunstancias. ¿Qué es el éxito sino un chispazo de imprevisión?

Belén Garijo (Almansa, Albacete, 1960) terminó la residencia de médico en el hospital de La Paz y supo que se iba a la calle. Entonces emprendió un camino que no era el que había querido, pero que se aparecía como el más atractivo, el menos malo de los posibles: los ensayos clínicos, la industria farmacéutica.

Garijo, la médico que por fin era médico y dejaba de repente de serlo, comenzó así una carrera de incertidumbres que la colocó velando otra cama, la de Europa. Una decisión suya puede provocar un temblor que, como los desayunos contundentes, podríamos llamar “continental”. Garijo, la vemos sentada en el gran salón del ‘Wake Up’, la vemos posando en esta inquietante galería de poderosos, es hoy CEO de la farmacéutica Merck. La mujer mejor pagada del Dax-30 (cerca de 6 millones de euros/año) que es el Ibex de los alemanes.

Garijo ha generado –piensa ella– más titulares debido a su poder y a su sueldo por el hecho de ser mujer. Y eso es un arma de doble filo. Demuestra la voladura puntual del techo de cristal, pero afianza la sensación de que se trata de una excepción. No cree en las cuotas forzosas, pero sí aplica políticas internas encaminadas a la “diversidad y la paridad”. La vemos de espaldas, con la americana corta y el pelo rubio a la altura de los hombros, con el verbo contundente y conciso, y nos recuerda a la Merkel que se convirtió en canciller.

Se ha posicionado contra Trump y nos sorprende porque sus posicionamientos generales no van más allá de criticar el populismo y solicitar una “desburocratización europea”. ¡Qué tiene que parecerle Trump para decir lo que ha dicho en el ‘Wake Up’! ¿Cómo no va a medir sus palabras si su empresa vale en Bolsa lo que Inditex y el Banco Santander juntos?

La fotografía y el arte, la cocina como un laboratorio, la música clásica, las plantas medicinales, las noches de películas científicas, la gala de las Top 100, el reto de lectura anual, la mayor de cuatro hermanos, dos hijas… y un madridismo ineludible, como para regresar a España con el mero motivo de Bernabéu. Y el “cubo de la curiosidad”: una dinámica que su empresa acerca a los colegios del mundo para espolear el interés de los niños por la ciencia. Al fin y al cabo, fue ese interés, esa curiosidad, lo que le llevó a ella desde Almansa hasta la cima del Dax, un índice que sigue la evolución de las 30 compañías más grandes que cotizan en la Bolsa de Frankfurt. Este índice es esencial para medir la salud financiera de Alemania, la cuarta economía mundial.

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