¿QUIEN TIENE QUE DISCULPARSE?

Tiene gracia que precisamente los socialistas sean los que más hayan alzado la voz para censurar las jornadas de cacería en Botsuana del Rey Juan Carlos. Socialistas nada menos que como Tomás Gómez, uno de lospolíticos más lamentables de España, que dejó endeudado hasta la quiebra al Ayuntamiento de Parla y que le ha hecho hacer al PSOE de Madrid su mayor ridículo electoral; este incapaz, menor donde los haya, ignorante y zafio y que desprestigia a la política con su presencia grotesca, resulta que se cree con derecho y autoridad para darle consejos y lecciones a un rey, al Rey Juan Carlos, artífice de la Transición, garante de la democracia y de la Constitución durante el golpe de Estado y durante los 36 años de su mandato, la era de estabilidad y de paz más larga que ha conocido España en toda su Historia.

Por Manuel SOSTRES. Copyright.2012

Don Juan Carlos está en su perfecto derecho de irse a cazar donde le plazca sin tener que pedir permisos de ninguna clase, primero porque sólo el servicio da explicaciones y segundo porque entre sus obligaciones como Monarca no está la de hacer pública su agenda privada. Por
mucho revuelo mediático que su viaje y su percance causen, ni ha infringido ninguna ley, ni ha faltado a ninguno de sus deberes ni su actividad ha perjudicado en modo alguno a ninguno de sus súbditos.

¿Qué decir en cambio del PSC, que le ha exigido al Rey que rectifique y que se disculpe? ¿Qué hoja de servicios puede presentar el PSC a cambio de tanta arrogancia? Fueron los artífices del tripartito, el peor Gobierno que ha tenido Cataluña contando incluso los años del tardofranquismo.
Se cargaron la sanidad pública catalana con su funesta política del gratis total, hasta que arruinaron un sistema modélico que siempre antes había funcionado. Dejaron la escuela pública hecha unos zorros con su falta de estrategia y su relativismo atroz, y vaciaron las arcas de la Generalitat y le dejaron a Artur Mas una deuda diabólica.

Alfredo Pérez Rubalcaba ha dicho que comprende «perfectamente a quien es crítico con el viaje del Rey». Me pregunto si también comprende perfectamente a los millones de españoles a los que las penosas políticas de su Gobierno dejaron en el paro. Me pregunto si comprende a las víctimas de ETA que tan traicionadas se han sentido por sus patrañas.

¿Quién tiene que abdicar, quién tiene que disculparse?

Especialmente llamativo resulta también que los periódicos monárquicos, en lugar de reaccionar con honor e inteligencia, defendiendo a la monarquía con argumentos de altura, hayan escurrido el bulto de un modo despreciable. El mismísimo conde de Godó, desde La Vanguardia, ha tratado este asunto de un modo huidizo, vergonzante y francamente alejado de la grandeza de España que le concedió el Rey hace unos años.

Se ha hablado estos días de la cantidad de enemigos y de hostilidad que últimamente se ha conreado la Casa Real. Pero a pesar de que ello es cierto, tal vez lo más dramático sea la poca calidad y las escasas cualidades de sus amigos. El Príncipe de Asturias tendría que reflexionar sobre ello y buscarse un entorno menos chaquetero y menos cutre para cuando acceda al trono.

El Rey Juan Carlos saldrá de ésta y tienen mucho más de lo que avergonzarse los socialistas que le exigen que se disculpe. La gran lección no es que la cacería haya sido inoportuna, sino que la monarquía esdistancia, frialdad y poder simbólico, porque con la campechanía, al final, la
turba, que nada comprende y todo lo banaliza, se cree con derecho a fiscalizarte la agenda privada, el bolso y la vida.

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